Texto de la semana – Hechos 13:1-3
Menú completo Hechos 11 y 12
Estos dos capítulos nos presentan un tiempo de transición. Vemos a Pedro en Jerusalén (11:2) pero el centro de gravedad de la iglesia se está trasladando hacia Antioquía (11:22). Allí la Iglesia de Jesús tiene mayor libertad para utilizar ese enorme poder entre los gentiles, que aquí se llaman griegos (v 20). Me gusta el talante de estos judíos de Chipre y de Cirene, lugares muy lejos de Jerusalén. Siendo gente devota, habían estando en Jerusalén durante las fiestas de Pentecostés. Ahora tienen que salir por causa de la persecución desatada por Saulo. Como siempre han vivido entre otras gentes, no tienen complejos para compartir el evangelio con todos, incluso fuera de su ámbito cultural. No son como Pedro (que era más ortodoxo), que necesitaba una patada en el trasero para llegar a testificar con gente no judía (10:15).
Debido a este “error” la mano del Señor estaba con ellos, y un gran número que creyó se convirtió al Señor (v 21). Menos mal que el mensajero enviado por los apóstoles, Bernabé, también chipriota (4:36) es comprensivo con la nueva movida.
También es un hombre de visión. Hace unos 10 años han despedido de Jerusalén al recién convertido Saulo. Bernabé no le ha olvidado y sabe que es su momento. Viaja hasta Turquía porque sabe que el lugar para Saulo ahora es Antioquía. Veremos a partir del c 13 la mezcla explosiva que se consigue con estos dos hombres. Su primer trabajo es de recadero (11:30), estableciéndose como persona de confianza.
El evangelio no se centra en un lugar terrenal. A Dios no se le ata a Jerusalén, al Vaticano, a Madrid o Barcelona, ni a Brooklyn ni a Wheaton ni Colorado Springs. El Espíritu se mueve con potencia por el planeta.
En Jerusalén sigue la persecución, pero esta vez no por los judíos, sino por Herodes. Sigue también en China, Vietnam...
¿Mi “ortodoxia” me está quitando poder?
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