¿Cuántas veces aparece aquí la palabra reposo? Evidentemente eso es el tema de la primera parte este capítulo. ¿Qué tiene que ver con nosotros la advertencia que Dios hizo a Israel respecto al peligro de negarse a entrar en la Tierra Prometida (Salmo 95:11)?
El Evangelio (Buenas Noticias) para Israel era que Dios los libraba de la esclavitud en Egipto y los instalaba en una tierra que fluía leche y miel. Eso iba a ser para ellos el reposo. Nos invita Dios a nosotros a entrar también en un reposo que tiene para nosotros. Escuchemos otra vez durante un minuto como perdieron su oportunidad. Su corazón quedó en Egipto. Y cuando leemos el relato en el Antiguo Testamento vemos que su problema era el miedo a obedecer y conquistar la tierra. Ese miedo reflejaba su incredulidad. Y por eso (Hebreos 4:2) la promesa de Dios no les sirvió de nada.
¿La tierra de Canaán representa el cielo? Esa idea no concuerda con lo que el autor de Hebreos.
4:1- Por eso, mientras todavía contamos con
la promesa de entrar en ese reposo de Dios, debemos tener cuidado,
no sea que alguno de vosotros no lo logre. 2- Porque también a nosotros se nos
anunció la buena noticia, lo mismo que a ellos; pero a ellos no les sirvió de
nada el oirla, porque no se unieron por la fe a los que habían obedecido al
mensaje. 3- Pero nosotros, que hemos creído, entraremos en ese reposo del que
Dios ha dicho:
“Por eso juré en mi furor que no entrarían en mi reposo.”
Sin embargo, Dios terminó su trabajo
después de crear el mundo, 4- pues en alguna parte de las Escrituras se dice
del séptimo día:
“Dios reposó de todo su trabajo el séptimo día.”
5- Y otra vez se dice en las Escrituras:
“No entrarán en mi reposo.”
6- Pero
todavía falta que algunos entren en ese reposo, ya que, por haber desobedecido,
no entraron los que primero oyeron el anuncio. 7- Por eso, Dios ha vuelto a
señalar un día, un nuevo “hoy”, y lo ha hecho hablándonos mediante lo que mucho
tiempo después dijo David en la Escritura mencionada:
“Si hoy escucháis lo que Dios dice, no endurezcáis vuestro corazón.”
8- Si ya Josué hubiera dado ese reposo
a los israelitas, Dios no habría hablado de otro día. 9- De manera
que todavía queda un reposo sagrado para el pueblo de Dios; 10- porque el que entra en ese reposo de Dios, reposa de su trabajo, así como Dios reposó del
suyo. 11- Debemos, pues, esforzarnos por entrar en ese reposo, para que nadie
siga el ejemplo de aquellos que no creyeron.
12- La palabra de Dios tiene vida y poder.
Es más aguda que cualquier espada de dos filos; penetra hasta lo más
íntimo de la persona, y somete a juicio los pensamientos y las intenciones del
corazón. 13- Nada de lo que Dios ha creado puede esconderse de él: todo está
claramente expuesto ante aquel a quien tenemos que rendir cuentas.
II. JESÚS, EL
GRAN SUMO SACERDOTE
El Hijo, superior al sacerdocio de Aarón
14- Jesús, el Hijo de Dios, es nuestro gran
sumo sacerdote que ha entrado en el cielo. Por
eso debemos seguir firmes en la fe que profesamos. 15- Pues nuestro sumo
sacerdote puede compadecerse de nuestras debilidades, porque él también estuvo
sometido a las mismas pruebas que nosotros; solo que él jamás pecó. 16- Acerquémonos,
pues, con confianza al trono de nuestro Dios lleno de amor, para que tenga
misericordia de nosotros y en su bondad nos ayude en la hora de la necesidad.