Podemos entender la importancia de
volver a edificar el templo, como hemos leído; también volver a practicar el
culto, que es el centro de la vida de este pueblo, que ha quedado parada. Es como cuando quedas parado
en la carretera con una avería. Llega el mecánico, te la arregla y reanudas la
marcha y ¡sobre ruedas!
Pero ¿por qué dar tanta importancia al
asunto de los matrimonios? ¡Qué más da si algún hombre se casa con una
extranjera! (Esto me incumbe a mí, que tengo un yerno chino, otro español, otro
mejicano, y un americano.) Esdras acaba su libro lamentando el hecho de
que tantas personas se habían casado fuera de su casta. Nos suena a rancio
racismo ¿no?
Intentaré dar una explicación
contextual. En primer lugar, Dios nunca dejó de preocuparse por todas las razas
cuando eligió una nación especial, el pueblo hebreo, para ser sus
representantes en el mundo. Centrándose en este pueblo se podía conservar el
culto al Dios único y un estilo de vida puro. Dios dijo claramente a Abraham en
el comienzo, “en ti serán benditas todas las naciones”. De esta manera se
evitaba el desastre que sucedió en tiempos de Noé, cuando la maldad estaba a
punto de tragar a las pocas personas fieles que quedaban.
Pero el pueblo de Israel era sumamente
propenso a desviarse, como hemos leído. Por eso la prohibición a casarse fuera
de su fe. Eso fue la ruina del rey Salomón. Dios no tiene nada contra las
extranjeras. De hecho, hay un libro de la Biblia que lleva el nombre de una
mujer de otro pueblo, Rut, que llegó a ser la bisabuela del rey David.
Pero ahora el pobre Esdras, vigilando
siempre por el bien de su pueblo, tiene que tomar medidas drásticas para evitar
que la casta sacerdotal no degenere y no quede un pueblo para el siguiente paso
en el plan de Dios. Retomando nuestro ejemplo del coche averiado, sabemos que pueden ser cosas muy pequeñas las que te dejan parado en la carretera. Hay que atender a todos los detalles. ¿Qué es el viaje que Dios está preparando? El destino para este pueblo va a ser el nacimiento del Mesías. Éste tendrá como precursor un
sacerdote llamado Juan el Bautista. Es importante que su familia esté fundada
en los principios de la Palabra de Dios.