Vitaminas (Lectura mínima) Hechos 3:11-16
Menú completo Hechos 3
Hay un hombre cojo a la puerta del templo. Es su costumbre. Nació cojo y le traen cada día pedir limosna. ¿Por qué no fue incluido entre los muchos que sanó Jesús hace pocas semanas en Jerusalén? Él también venía al templo cada día. Cada cosa en su tiempo. Jesús va a sanar a este hombre también pero lo hace mediante el toque de Pedro y Juan. Así se consigue una audiencia enorme para escuchar la predicación de Pedro. Así la gente que escuchó a Jesús y rechazó su mensaje tendrá una nueva oportunidad de arrepentirse y creer.
El hombre se conforma con recursos terrenales. Lo que pide es algo que los apóstoles no tienen, dinero. Lo que recibe es algo que no le ha pasado siquiera por la cabeza, sanidad, la fuerza para andar y saltar, todo lo cual ejecuta en el acto. Resultado: mucha atención por parte del público para que Pedro aclare que de esta manera Dios ha glorificado a su hijo Jesús a quien ellos han matado. Por encima de todo Pedro quiere evitar que alguien se fije en él como si fuera una persona importante. Solo está administrando recursos celestiales.
A veces preguntamos hasta qué punto Dios todavía está dispuesto a hacer milagros. Casi como aquellos Israelitas que se preguntaban por qué Dios permitía que fuesen dominados por sus enemigos. La respuesta era que no dependían de Dios sino de sus propios recursos. ¿Nos faltan recursos celestiales por disponer de tantos terrenales? Dios había dicho, No hagáis grandes caballerías. A nosotros nos ha dicho, no os hagáis tesoros en la tierra.
¿Cuáles son mis recursos?