Aperitivo: 1 Juan 1
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Este capítulo tan breve lo puedes leer en menos que dos minutos, y luego decir, ya he hecho mi lectura para hoy. O bien, puedes tomar el tiempo suficiente para disfrutar de uno de los mensajes más prácticos que Dios tiene para ti.
La iglesia siempre ha entendido que estas 3 cartas son del apóstol Juan, aunque en el video algunos entienden que se podría referir a otra persona. Verás, además, en el video, algunas cosas sobre 1 Juan que no sabías. Toma nota de la definición que da del amor, sacada del texto de la epístola.
Para entender las epístolas de Juan hay que notar sus “para que”. Él ha escrito esto para que nuestro gozo sea completo (v 4). En cuestión de segundos nos anuncia que Dios tenía un proyecto desde el principio, que él ha conocido personalmente, y en el que tú y yo podemos participar plenamente.
Juan se presenta como uno que ha tocado a Jesús físicamente. Si todos tuviésemos que pasar por la misma experiencia, imagínate la cola que se formaría para tocar a Jesús. Pero Juan nos hace entender que lo que él experimentó no fue solamente para beneficio propio, sino para compartir, y que lo que va a compartir no pierde nada de lo que él recibió. Habla de comunión. Podemos tener comunión con él. La comunión que él tiene es directamente con el Padre y con su Hijo Jesucristo. La palabra "comunión" en el griego original viene otra palabra que significa "socios". De una manera profunda somos socios de los apóstoles y de Dios mismo. Implica una gran amistad.
Los 12 apóstoles fueron elegidos para conocer a Jesús y ser testigos para el mundo de lo que conocieron. Si la transmisión de ese mensaje se hace de una forma meramente humana, entonces lo que Juan dejó comunicado a sus discípulos sería sólo parcial. Luego, lo que éste transfirió a sus propios discípulos quedaría en menos de lo que él recibió, de modo que el conocimiento llegaría a nuestro tiempo muy diluido. Pero lo que escribió Juan va acompañado de un toque divino que llega directamente a nuestro espíritu. La relación con Jesús no es en la carne, sino en el espíritu.
PUEDES TENER LA MISMA RELACIÓN CON JESÚS QUE TUVO JUAN. Él era un pecador que tuvo que confesar sus pecados. Al hacerlo, quedó totalmente limpio. Cuando nosotros confesamos nuestros pecados (v 9), quedamos igualmente limpios y santos.