LECTURA CRONOLÓGICA 80 DE LOS EVANGELIOS
El extraño equipo de los principales sacerdotes y los fariseos (siempre enfrentados por sus creencias) ya se ha puesto de acuerdo para sentenciar a Jesús a muerte (Juan 11:53). Parece una solución razonable frente a una amenaza tan seria. Pero ahora se enfrentan con un nuevo tema, que viene siendo la comidilla del pueblo: un vecino del pueblo de Betania salió vivo de su tumba cuando Jesús le llamó. Solución, rematar a Lázaro (Juan 12:10).
He seleccionado esta breve lectura sin combinarla con otros textos, con el fin de centrarnos en una comprensión de quiénes pueden ser enemigos de Jesús. Estos dos grupos representan la flor y nata del pueblo elegido de Dios.
Los principales sacerdotes aportan un pedigrí que asciende hasta Aarón el hermano de Moisés. Son los que se encargan del sacrificio diario en el templo. Son los que en el solemne Día anual de la Expiación (Levítico 23:27) llevan la sangre del sacrificio hasta el mismo propiciatorio en el lugar santísimo. Antes y después de tener Israel sus reyes el sumo sacerdote era la máxima persona de referencia en esta teocracia.
Los fariseos surgen después del exilio del pueblo en tiempos de Nabucodonosor, como defensores de la ley de Dios. Ellos ponían la solución al problema de siempre, del abandono de su Dios por parte de Israel, para seguir otros dioses. Ser fariseo significaba afirmar la lealtad al único Dios y sus instrucciones para su pueblo. En contraste con los principales sacerdotes, que se han politizado, los fariseos reclaman un Israel puro y comprometido con la ley de Moisés.
Cuando el pueblo busca autoridad, la encuentra en estos dos grupos. Para nosotros es obligatorio recordar la máxima, "El poder corrompe". Recelosos de su poder (que utilizaban para ganancia personal), han llegado a la normativa de barrer como puedan a cualquier individuo que se interponga, pero sin dejar de presentarse como representantes de Dios. De ahí su peligro. Satanás se presenta como ángel de luz (2 Corintios 11:14).
Yo pido a Dios para los que ejercéis alguna autoridad en la iglesia, que os mantenga humildes y en dependencia de él para todo.