Miré, y he aquí, un caballo blanco; y el que estaba
montado en él tenía un arco; se le dio una corona, y salió conquistando y para
conquistar
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A diferencia de las victorias de David, cuyo territorio
tenía fronteras puestas por Dios, el dominio de Cristo no tiene fronteras. Sale
conquistando y para conquistar. El primer sello de los 7 nos muestra un
guerrero montado en un caballo blanco. La corona que recibe indica que va a
reinar. El arco que utiliza le permite alcanzar grandes distancias. Este
conjunto de jinetes de los 4 primeros sellos, aunque probablemente se le hayan
dado interpretaciones muy imaginativas, muestra sin embargo que antes de que se
establezca definitivamente el reino de paz, el mundo ha de pasar por
catástrofes de escala planetaria. Nuestra lectura del Antiguo Testamento nos
enseña que Dios utiliza tragedias para que la humanidad rebelde vuelve a su
Creador. ¿Será la historia de China un ejemplo de esto? Nos cuentan de una
tremenda búsqueda de Dios, con muchos millones de cristianos a pesar de un
régimen totalitario. Forma parte de esta historia la muerte de 70 millones de
personas en tiempos de “paz”. El líder Mao dejaba morir de hambre a su pueblo cuando usó la cosecha nacional para comprar armas rusas.
El quinto sello indica que hay un número que tiene que
completarse antes de que la justicia de Dios se establezca por completo. Es el
número de los mártires, los que mueren por su fe. El juicio y la venganza que
traerá Dios depende de los que mueren, no de los que matan. Los que son
de Cristo hacen la guerra de la misma manera que lo hizo él, sacrificando sus
vidas.