Cuando vemos en la clase política cómo son defendidos y tapados por su partido los que han utilizado su puesto para ganancias personales, se acepta porque así es la política. No es extraño que (con excepciones) los políticos figuren en las encuestas entre los que menos confianza merecen al público. ¿Te has fijado que Jesús no defiende a Mateo? Cuando los mismos fariseos siguen con su oficio de señalar los fallos de los demás, Jesús simplemente explica, Para estas personas he venido, para los pecadores.
Pero no olvidemos que Jesús no vino para dejar a estas personas en su condición original, sino para cambiarlas. Se trata del Cordero de Dios que quita los pecados del mundo. Si Jesús va a impactar al mundo tiene que empezar con un cambio radical en sus propios seguidores. A Jesús le vamos a escuchar decir a la multitud, Buscad primeramente el Reino de Dios. La gente reconocerá que él habla con autoridad. Han visto como esa autoridad ha cambiado la vida de sus propios vecinos, los pescadores y aquel agente de hacienda que tanto despreciaban.
Hoy día los cristianos se quejan de que la gente no es receptiva al evangelio. ¿Sería diferente si nos vieran más revolucionarios, menos comprometidos con los valores de la sociedad, auténticos representantes del cielo?