Vitaminas (Lectura mínima) Hechos 10:9-19
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Cuando se convierte Saulo, aunque Jesús le habla directamente, el hombre clave es Ananías, elegido por Dios para ser el mensajero (9:10). Cuando el mensaje de Dios llega al centurión Cornelio también hace falta un testigo humano, en este caso Pedro. Ananías tiene que vencer sus propios temores y Pedro tiene que vencer sus prejuicios. Para que tus vecinos escuchen el evangelio a lo mejor tienes que vencer una serie de excusas que llevas años desarrollando. O sencillamente hay que vencer la pereza y salir de tu casa y de tus costumbres.
El problema que tiene Dios en estos capítulos no es con los inconversos. Tanto Saulo como Cornelio están deseosos de seguir a Jesús. La resistencia que hay que vencer está en los creyentes, los mensajeros. Ananías “sabe” que Pablo no se va a convertir. Pedro “sabe” que Cornelio es de una clase de personas que no son dignas del evangelio.
¿A quién se parece Pedro en el v 14 cuando dice “Señor, no”? ¿No se está volviendo un poco fariseo, guiado por las reglas en vez de la libertad en Cristo? Los mensajeros de Cornelio están a punto de llegar y Dios sabe que existe el peligro de que Pedro mismo levante murallas excluyentes y que estos gentiles se vean bloqueados en su búsqueda de la verdad. Para que se haga la voluntad de Dios en Pedro como en el cielo, necesita esta curiosa visión celestial. Se va a abrir una gran puerta mostrando que el evangelio es para todas las naciones y no sólo el pueblo judío.
¿Contra quién siento prejuicios, que podría llegar a ser un siervo de Dios?