Hemos llegado a uno de los capítulos mejor conocidos en toda la Biblia. Por
textos como "es necesario nacer de nuevo" y "Porque de
tal manera amó Dios al mundo" y "Es necesario que El crezca, y
que yo disminuya".
Si sólo tienes 5 minutos, lee el capítulo de un tirón buscando alguna joya
para hoy, a la vez de preguntarte por qué tienes tan poco tiempo para valores
eternos y tanto para cosas que van a caducar.
Jesús ya es un hombre conocido, tanto por ser anunciado por Juan Bautista
como el Mesías, como por hacer esa limpieza del templo, y también por realizar
milagros. Uno de los 70, es decir el Sanedrín, el órgano rector de Israel,
realiza una visita nocturna a Jesús. Lo que le ha convencido son las señales,
los milagros (Juan 2:23).
A través del Evangelio de Juan hay muchas menciones de señales para que la
gente crea. Por ejemplo, Juan 10:37-38 Si no hago las obras de mi
Padre, no me creáis; 38- pero si las hago, aunque a mí no me
creáis, creed las obras; para que sepáis y entendáis que el Padre está en mí y
yo en el Padre. Y al final garantiza que los que creemos en él haremos
incluso obras mayores (Juan 14:12).
Ahora, hagamos una deducción lógica. Si el motivo de las obras que
realizaba Jesús era para que la gente creyera, entonces los cristianos de hoy,
haciendo obras mayores, tenemos que hacer algo para que
la gente que nos observa pueda creer. ¿Qué es ese algo? No
hay que buscar muy lejos. La respuesta se encuentra en el mismo Evangelio, en
lo que Jesús pide al Padre. Juan 17:21 Que
todos sean uno. Como tú, oh Padre, estás en
mí y yo en ti, que también ellos estén en nosotros, para que el mundo
crea que tú me enviaste.
Esto es lo que hay que ofrecer a los "Nicodemos" de hoy, que
necesitan señales para poder creer porque no han visto el poder de Dios, sino
sólo una serie de requisitos. Y no valen nuestras excusas, diciendo que eso es
imposible, ni explicaciones que dicen que ya tenemos esa unidad. Pues, sí, es
imposible que nos amemos con el mismo amor y que reflejemos la misma
unidad como existe entre el Padre y el Hijo.
Por eso, cuando este milagro se haga visible seremos auténtica luz del mundo y
un atractivo irresistible para todos los que buscan la verdad.