viernes, 10 de enero de 2020

Nicodemos del siglo 21 (Juan 3)


Hemos llegado a uno de los capítulos mejor conocidos en toda la Biblia. Por textos como "es necesario nacer de nuevo" y "Porque de tal manera amó Dios al mundo" y "Es necesario que El crezca, y que yo disminuya".
Si sólo tienes 5 minutos, lee el capítulo de un tirón buscando alguna joya para hoy, a la vez de preguntarte por qué tienes tan poco tiempo para valores eternos y tanto para cosas que van a caducar.
Jesús ya es un hombre conocido, tanto por ser anunciado por Juan Bautista como el Mesías, como por hacer esa limpieza del templo, y también por realizar milagros. Uno de los 70, es decir el Sanedrín, el órgano rector de Israel, realiza una visita nocturna a Jesús. Lo que le ha convencido son las señales, los milagros (Juan 2:23). 
A través del Evangelio de Juan hay muchas menciones de señales para que la gente crea. Por ejemplo, Juan 10:37-38  Si no hago las obras de mi Padre, no me creáis;  38-  pero si las hago, aunque a mí no me creáis, creed las obras; para que sepáis y entendáis que el Padre está en mí y yo en el Padre. Y al final garantiza que los que creemos en él haremos incluso obras mayores (Juan 14:12). 
Ahora, hagamos una deducción lógica. Si el motivo de las obras que realizaba Jesús era para que la gente creyera, entonces los cristianos de hoy, haciendo obras mayores, tenemos que hacer algo para que la gente que nos observa pueda creer. ¿Qué es ese algo? No hay que buscar muy lejos. La respuesta se encuentra en el mismo Evangelio, en lo que Jesús pide al Padre. Juan 17:21 Que todos sean uno. Como tú, oh Padre, estás en mí y yo en ti, que también ellos estén en nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste.
Esto es lo que hay que ofrecer a los "Nicodemos" de hoy, que necesitan señales para poder creer porque no han visto el poder de Dios, sino sólo una serie de requisitos. Y no valen nuestras excusas, diciendo que eso es imposible, ni explicaciones que dicen que ya tenemos esa unidad. Pues, sí, es imposible que nos amemos con el mismo amor y que reflejemos la misma unidad como existe entre el Padre y el Hijo. Por eso, cuando este milagro se haga visible seremos auténtica luz del mundo y un atractivo irresistible para todos los que buscan la verdad.

jueves, 9 de enero de 2020

La influencia de María (Juan 2)


Es fascinante el hecho de que el primer milagro de Jesús sea para aportar vino en una boda. El texto de este capítulo nos puede servir para introducir el Evangelio. Podemos hacer una comparación entre la vida de las personas y la boda de Caná. Está todo preparado, han llegado los novios y los invitados, hay abundancia de comida, hay un maestresala para coordinarlo todo, pero falta el vino. Cuando estamos hablando con un amigo le podemos decir, "puedes tener una vida muy completa pero te falta una cosa, el toque de Jesús." 
El vino se asocia con la alegría - Salmo 4:7  Tú has puesto en mi corazón más alegría que en quienes tienen trigo y vino en abundancia. Salmos 104:15 el pan que le da fuerzas, y el vino, que alegra su vida y hace brillar su cara más que el aceite.
Y si nuestra vida refleja ese gozo, estamos abriéndole el apetito a ese amigo para conocer a Jesús.
María es una persona clave. Ella es como la viuda de la parábola, que insiste hasta que el juez responde. Y ella habla con autoridad y los camareros responden, llenando de agua las tinajas. Parece que estos sirvientes son los que mejor saben lo que ha pasado. Los que sirven son los que saben
Creo que tenemos aquí el único mandamiento de María, "Haced todo lo que él diga". Ella ahora desaparece de la escena en este libro y la vemos al final como testigo de la crucifixión.
A Jesús se le ve muy activo. Acaba de caminar con sus discípulos desde el Jordán hasta Caná, entonces pasa a Capernaum, y luego va a Jerusalén, donde comienza su lucha con las autoridades de los judíos (v 15). Ya le tienen fichado, y citarán sus palabras cuando consigan crucificarle (Marcos 14:58).

Sigamos el ejemplo de Jesús, poniendo vino donde sólo hay agua, alegría donde hay aburrimiento.


miércoles, 8 de enero de 2020

La primera semana (Juan 1)



Cada vez que leemos la Biblia podemos encontrar algo nuevo. Y no me refiero a datos triviales como novedad, sino rica comida para satisfacer nuestras almas y robustecer los músculos de nuestra fe. ¿Has visto en el Evangelio de Juan la primera semana, cuando Juan Bautista anuncia la llegada del Mesías con la "pérdida" de algunos de sus discípulos más asiduos? Veamos.

Primer día (Juan 1:19-28) - Mientras Juan está predicando y bautizando, llega una delegación de líderes religiosos de Jerusalén para saber quién es éste. Son de su propia casta porque Juan también es sacerdote.
Segundo día (Juan 1:29-34) – “al día siguiente” Jesús regresa de sus 40 días de ayuno y Juan señala a Jesús como el Cordero de Dios y el que bautiza con el Espíritu Santo y el Hijo de Dios.

Tercer día (Juan 1:35-42) - "al día siguiente". Me imagino que a estos discípulos les cuesta dormir esa noche.

Cuarto día (Juan 1:43-51) - "al día siguiente". Se juntan algunos discípulos más
(Luego van de viaje. ¡Qué emocionantes debieron ser esos días!)

Séptimo día (Juan 2:1) - se suman 3 días, que es el tiempo necesario para caminar desde el
Jordán hasta el Mar de Galilea.

¿Qué enseñanza veo en esto para mí? Puede haber muchas
cosas. Una de ellas, mereció la pena para Pedro y Andrés y
Juan y Felipe y Natanael dejar sus trabajos y caminar los
100 kilómetros para escuchar a Juan Bautista.
Otra enseñanza: Lo fácil que es decir “ven y ve” cuando hay
algo convincente para ver, como un grupo de cristianos que
son fieles representantes de Jesús en la tierra. Y la gente
va (en este caso Natanael) y se convence.
¿Qué enseñanza ves tú en esto? ________________________________________
Verás que Juan no se nombra a si mismo en todo el Evangelio.
¿Qué nos pueden enseñar Juan (uno de los 2 primeros) y
Andrés y Felipe?
Juan 1:12, el texto más citado de este capítulo (juntamente con
él 1 y él 14. Recibir es una cosa simple. Para recibir no hay que
saber todo lo que va a pasar (imposible) ni entender exactamente
cómo. Felipe recibe a Jesús pensando equivocadamente que es
el hijo de José. Veremos cuando lleguemos al capítulo 14 que él
ha descubierto sobre la marcha quién es el Padre de Jesús.