Es fascinante el
hecho de que el primer milagro de Jesús sea para aportar vino en una boda. El
texto de este capítulo nos puede servir para introducir el Evangelio. Podemos
hacer una comparación entre la vida de las personas y la boda de Caná. Está
todo preparado, han llegado los novios y los invitados, hay abundancia de
comida, hay un maestresala para coordinarlo todo, pero falta el vino. Cuando
estamos hablando con un amigo le podemos decir, "puedes tener una vida muy
completa pero te falta una cosa, el toque de Jesús."
El vino se asocia
con la alegría - Salmo 4:7 Tú has puesto en mi corazón más
alegría que en quienes tienen trigo y vino en abundancia. Salmos
104:15 el pan que le da fuerzas, y el vino, que alegra su vida y
hace brillar su cara más que el aceite.
Y si nuestra vida
refleja ese gozo, estamos abriéndole el apetito a ese amigo para conocer a
Jesús.
María es una
persona clave. Ella es como la viuda de la parábola, que insiste hasta que el
juez responde. Y ella habla con autoridad y los camareros responden, llenando
de agua las tinajas. Parece que estos sirvientes son los que mejor saben lo que
ha pasado. Los que sirven son los que saben.
Creo que tenemos
aquí el único mandamiento de María, "Haced todo lo que él diga".
Ella ahora desaparece de la escena en este libro y la vemos al final como
testigo de la crucifixión.
A Jesús se le ve
muy activo. Acaba de caminar con sus discípulos desde el Jordán hasta Caná,
entonces pasa a Capernaum, y luego va a Jerusalén, donde comienza su lucha con
las autoridades de los judíos (v 15). Ya le tienen fichado, y citarán sus
palabras cuando consigan crucificarle (Marcos 14:58).
Sigamos el
ejemplo de Jesús, poniendo vino donde sólo hay agua, alegría donde hay
aburrimiento.
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