jueves, 14 de junio de 2012

Dios no nos ve como nosotros nos vemos


Al vencedor, le concederé sentarse conmigo en mi trono, como yo también vencí y me senté con mi Padre en su trono

Menú completo           Apocalipsis 3

Cuando leemos las profecías del Antiguo Testamento que se hicieron realidad en el nacimiento de Jesús y en su muerte, nos damos cuenta que esas predicciones se entienden mejor después de cumplidos. Se trata de puntos claves como su nacimiento en Belén, etc. Algo parecido sucede con las profecías sobre su segunda venida. Los que escriben novelas respecto a la segunda venida de Jesús incluso podrían causar ideas equivocadas debido a la mucha imaginación que ponen en sus descripciones. Así que, no intentaremos contestar todas las preguntas sobre el libro del Apocalipsis, sino sacar algunas lecciones claves para prepararnos para la venida de nuestro Señor.

En los mensajes a las 7 iglesias (Apocalipsis 2 y 3) enconatramos una asombrosa lista de motivos positivos y negativos para ponerse en forma. ¡Quién querrá enfrentarse a la espada que está en la boca de Cristo (2:16)! Y ¡quién no considerará como más alto privilegio sentarse con él en su trono (3:21)!

Este último ofrecimiento se hace a una iglesia que no está ni fría ni caliente, un grupo de creyentes que a Dios le causan asco. Son personas que piensan que están bien. En un libro lleno de simbolismo, leemos la descripción de una señora que dice estar rica y bien vestida y que ve las cosas con claridad cuando en realidad vive desnuda en su pobreza y ceguera. Lo aterrador es que ella está persuadida de su propia versión de las cosas. Es posible que un grupo de cristianos se hayan autoconvencido de que están bien. Su superficialidad les ciega a su verdadera condición.

¿He leído este texto con suficiente detenimiento para poder analizar mi situación?

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