viernes, 7 de enero de 2011

Así también en la tierra

Vitaminas (Lectura mínima) Hechos 2:1-6
Menú completo                   Hechos 2
    Hace 10 días los seguidores de Jesús estaban mirando hacia el cielo mientras él subía. El ángel les preguntó: ‘Galileos, ¿por qué estáis mirando al cielo?” No es que haya nada malo en dirigir nuestra mirada al cielo, pero nuestra esfera de actividad es aquí en la tierra. A veces el plan de Dios es que nosotros mismos seamos el instrumento de cumplimiento de las cosas que le pedimos. Por ejemplo cuando dice a los discípulos que pidan al Señor que envíe obreros para la cosecha resulta que ellos mismos van a ser los obreros.
    Jesús nos enseñó a pedir que se realice la voluntad de Dios en la tierra igual como en el cielo. Dios quiere hacer su voluntad en nuestras vidas. Ahora leemos que los que están reunidos escuchan un ruido desde el cielo. Allí es donde se originan todos los provectos que van a beneficiar este planeta. Partiendo de ese soplo de Dios hay un toque individual para cada persona presente mediante una lengua de fuego
    Se cumple lo que dijo Juan Bautista sobre el bautismo del Espíritu Santo y fuego. Se cumple lo que dijo Jesús, de que conviene que se vaya para que desde el cielo envié el Espíritu Santo. En Jerusalén, en la fiesta de las siete semanas, la fiesta de las primicias, se inicia el proyecto de Dios que ha de tocar todas las naciones bajo el cielo (y 5).
    Ahora en cualquier sitio donde hay un grupo de cristianos tenemos una colonia del cielo. Somos ciudadanos del cielo (Filipenses 3:20). El día de Pentecostés terminó (2:41) con la conversión y posterior bautismo de 3.000 personas. Todos (v 38) pueden recibir el Espíritu Santo cuyo primer trabajo en cada uno será de limpiarnos para que nuestra comunidad sea un reflejo del cielo.
¿Hemos aprendido que sin el Espíritu de Dios no hacemos nada?

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