viernes, 20 de febrero de 2009

Metiéndose con el Imperio Romano

Texto de la semana – Hechos 13:1-3
Menú completo Hechos 10

Recibiréis poder, había dicho Jesús (Hechos 1:8). Este poder era para conseguir un objetivo concreto: Me seréis testigos. El ámbito para este testimonio era lo último de la tierra. Pedro es muy consciente de esta misión y se presenta precisamente como testigo de Cristo el día de Pentecostés (2:32), en posteriores predicaciones (3:15), ante el Concilio que había condenado a Jesús (5:32) y ante un centurión romano (10:39 y 41). 
El poder de este testimonio es evidente. Mientras aún hablaba Pedro estas palabras, el Espíritu Santo cayó sobre todos los que oían el discurso (10:44). Muchas veces los judíos se han levantado contra el invasor romano. Únicamente consiguen que se endurezca la represión. Ahora Pedro, judío hasta la médula (como vemos en Hechos 10:14), llega con el amor de Cristo a un jefe militar y lo conquista. No sé qué es lo que tienen los centuriones, pero todos los que vemos en el Nuevo Testamento tienen algo positivo, incluso el que se encarga de la crucifixión de Jesús (Mateo 27:54).
Esta visita de Pedro es un modelo. ¿Te acuerdas que Jesús le dio las llaves del reino de los cielos (Mt 16:19)? Ya las ha usado para abrir Jerusalén, Judea, Samaria y una casa de los gentiles. El imperio romano no siempre va a respetar el evangelio como Cornelio, pero la forma de actuar de los cristianos siempre será la misma, testificando del amor de Dios. Y el poder siempre será el mismo.
Cuando Pablo luego es enviado para testificar por todo el imperio romano (Hechos 13:2), también lo hace con poder. Su testimonio producirá resultados incluso entre los que le hacen sufrir (16:32). 
¿Hay algún enemigo a quién debo conquistar?

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