Texto de la semana – Hechos 13:1-3
Menú completo Hechos 13
Son 5 hombres. La iglesia de Antioquía marcha viento en popa (con el soplo del Espíritu Santo). Los profetas y maestros se reúnen, probablemente presididos por Bernabé, el enviado apostólico. ¿Qué hacen en esa reunión? Parece que no hay ningún problema que tratar. Ministran al Señor y ayunan. Bernabé, levita, sabe bien lo que es ministrar al Señor. Se hace con cántico, con alabanza. Y mediante el ayuno evitan interrupciones. (Pablo luego mantiene esta práctica en sus “ratos libres” en la cárcel – Hechos 16:25).
Ah, también escuchan. Hay profetas entre ellos y saben atender al mensaje de Dios. Me parece que no han puesto una pizarra con el orden del día. Se concentran en Dios, el Dios que no cambia. A Dios no se le olvida nunca que su Hijo está pendiente de la novia que se está preparando. La obra a la que envía a 2 de estos 5 es precisamente eso, presentar una virgen pura a Cristo (2 Corintios 11:2). Así que, Pablo (Saulo) es lanzado en ese viaje en el que llevará el evangelio hasta España.
La obra de Pablo es tan singular, que tiene que recibir su instrucción directamente de Cristo (Gálatas 1:12). Pero nuestro texto de la semana nos recuerda la importancia de un grupo que reconozca el llamamiento de Dios. No volvemos a oír de Simón, Lucio y Manaén. Pero son testigos de un mensaje muy especial para dos hombres muy especiales.
Su éxito es incuestionable. Se reunió casi toda la ciudad para oír la palabra de Dios. Los gentiles se regocijaban y glorificaban la palabra del Señor, y creyeron cuantos estaban designados para la vida eterna. Y la palabra del Señor se difundía por toda la región (14:44-49). En una campaña de dos semanas.
¿Estoy demasiado ocupado para escuchar la voz de Dios?
No hay comentarios:
Publicar un comentario