Texto de la semana – Hechos 13:1-3
Menú completo Hechos 15
Escuché el otro día a un hombre de Dios que tendrá sus 70 años bien cumplidos, y que después de servir al Señor en Pakistán se ha establecido en España. Su objetivo es ayudar en la preparación de los que llevan el evangelio al mundo árabe. Explicó que no encuentra en la Biblia nada sobre la jubilación. Encuentra su placer en su ministerio.
Cualquier persona que haya conocido el amor de Cristo también tiene una vocación. Cuando encuentras esa vocación, no sólo tendrás éxito en lo que haces, sino que no querrás dejar de hacerlo por otras cosas menos gratificantes.
Pablo está preparando una novia para Cristo. Su iglesia de origen, la de Antioquía, está incluida en ese cuerpo. De modo, que cuando entran personas con intención de seducirla, él y Bernabé no escatiman esfuerzos por protegerla y establecer la base de su futura protección. Por eso el viaje para visitar a los apóstoles y los presbíteros en Jerusalén. ¿Será posible que Pablo y Bernabé no han entendido bien el evangelio? ¿Quedará la iglesia siempre bajo las incontables leyes de Moisés? Al leer Hechos 15 ¡cuánto podemos alegrarnos de que estos dos siervos del Señor tuviesen la sabiduría y el amor por la iglesia y la energía para que los apóstoles decidiesen para siempre y por escrito que la iglesia de Cristo es libre!
Pablo no puede permanecer en Antioquía, tiene una vocación. Bernabé tampoco puede permanecer allí, siente una fuerte vocación. Pero para sorpresa de ellos, estas dos vocaciones ya no coinciden. Pablo siente ganas de atender a esas iglesias “bebé” y Bernabé siente ganas de inaugurar otro siervo de Cristo. Al final se dan cuenta de que esto lo tienen que hacer por separado.
¿Me ha hablado Dios de tal manera que sé lo que tengo que hacer?
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