sábado, 8 de agosto de 2020

Cursillo de Jeremías, Día 16

Jeremías 35-37 (Versión La Palabra)

Gente rara

De todos podemos aprender algo. Lo que a veces impide que aprendamos es un sentido de superioridad, de desdén hacia cualquier persona que sea diferente. A ver qué podemos aprender de los recabitas. No son descendientes de Israel, aunque parece que los acompañan a partir de la salida de Egipto. ¿Por qué el Señor manda a Jeremías traerlos al templo y ponerles una tentación? ¿En qué nos sirven de ejemplo? ¿En su abstinencia del vino? No: sabemos que Jesús mismo usaba vino. ¿En vivir en tiendas? ¿En no sembrar el campo (35:10)? Esas prohibiciones, que llevaban siglos observando, son cosas normales, que Dios no prohibió. Son gente rara. Pero gozan de un bendición especial (35:18-19) por el simple hecho de guardar, generación tras generación, las estrictas normas de su ancestro. Además, Dios los utiliza como contraste con los habitantes de Jerusalén, que no obedecen a Dios, cosa mucho más importante que guardar tradiciones familiares. No han perdido nada por ser gente rara. 

Utilizamos un vocabulario especial para desechar valores que tenían nuestros antepasados: "anticuados", "pasados de moda", "hay que actualizarse", "chapados a la antigua". El diccionario ingles-español tiene este ejemplo: "chapado a la antigua: traditional, old-fashioned. Su padre está chapado a la antigua y no la deja salir por las noches". Antes de rechazar costumbres familiares, conviene una simple pregunta: ¿Me motiva el deseo de ser como los demás, o encuentro esta tradición totalmente inútil? ¿Queremos simplemente estar de moda, incluso la moda evangélica? Tengo que reconocer que a veces soy el primero en romper tradiciones o lanzarme por caminos nuevos. Pero en esta gente tan peculiar veo el valor de pensar bien los motivos por hacer cambios. 

Dios dice, "Toma"

En el c.36 Dios da a Jeremías un mensaje de advertencia para mandar por escrito y ser leído en público.  Debido a la gravedad de este mensaje, llega a la atención del mismo rey Joacim. ¿Cómo responde el monarca? El rey hacía un corte con el cortaplumas del canciller y tiraba al brasero la parte ya leída, hasta que todo el rollo acabó en el fuego del brasero. Si al rey Sedequías le hemos puesto "el rey títere", a éste le pondría "el rey tonto". Piensa que con un cortaplumas y un brasero puede hacer desaparecer la Palabra de Dios. 

A partir del v.23 vemos la respuesta del Señor al rey. Me llama la atención que leemos, E incluso añadió otras muchas palabras del mismo tenor. Así que, señor rey, el mensaje que quemaste se ha hecho más gordo y más contundente.

A continuación, en el c.37, leemos más sobre los sufrimientos del profeta.


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