lunes, 3 de agosto de 2020

Cursillo de Jeremías, Día 11

Jeremías 23:1-25:14 (Versión La Palabra)

Entre lo inmediato y lo eterno

Habiendo leído ya la mitad del libro de Jeremías, ¿has captado ya el tono y el propósito de sus profecías? Además de decir lo que anuncian todos los profetas, que Israel se ha desviado, siguiendo a dioses falsos y aplastando a los pobres, Jeremías anuncia un cambio de época. Se acabó la independencia de Israel dentro de los límites de la tierra que Dios prometió a Abraham y que Moisés describió y que Josué consiguió y que David remató. 

Y Dios está usando un hombre que no es de su pueblo, a quién llama "mi siervo", para realizar su plan. Verás en el capítulo 25 donde Dios nombra a este hombre.

Con nuestra lectura hemos de ir notando estrellas de luz en medio de un oscuro cielo. En el 23:3 Dios nos recuerda que tiene un propósito eterno. Después de la gran diáspora de los judíos serán regresados a su país. (Jesús en Juan 10:16 retoma este tema y lo amplía. Las ovejas del Señor no son sólo del pueblo judío, sino todos los que siguen a Jesús.) Estamos viendo en estos capítulos la gran narrativa del pueblo de Dios. Se prevé un nuevo hito: el Dios que sacó a su pueblo de Egipto (23:7) será conocido también como el que los reunió de todas partes del planeta. El siglo 20 ha visto algo del comienzo de esto.

Pienso que en el 23:9 el profeta describe ciertos síntomas físicos que él siente al tener que cargar con un mensaje de tanto peso. ¿Y qué es la causa del problema? Los falsos profetas. Son los instrumentos del diablo sembrados en medio del pueblo de Dios. Los menciona Jesús y Pablo y otros apóstoles. Y los tenemos en nuestro tiempo. Por poco que nos guste tenemos que estar anclados en el reconocimiento de este peligro. No existen momentos en los que la iglesia esté libre de falsas promesas por parte de falsas personas. No han sido enviados por Dios (23:21). Hemos visto su descripción en el 6:13-14. Precisamente pretenden (21:27) que el pueblo se olvide de su Dios, poco a poco. Si vemos a alguien con un mensaje así podemos tener la seguridad (21:32) de que Dios no lo ha enviado.

Parece aquí que Jeremías se encuentra sólo contra una multitud de mensajeros que le llevan la contra, que dicen que no hay necesidad de arrepentimiento. Pero él también reconoce (25:4) que Dios le ha enviado apoyo.

En los momentos en que parece que prevalece la maldad y el engaño hay que tener muy clara la promesa de Jeremías en el 21:24, Dios ve y no olvida. He puesto en la pantalla principal de mi móvil otro texto que dice lo mismo, Proverbios 15:3, En todo lugar están los ojos del SEÑOR, observando a los malos y a los buenos.

Hay otros textos claves aquí, por ejemplo lo del martillo y el resumen de su mensaje que Jeremías da en el 23:33, con tres palabras.

El capítulo 24, con las 2 cestas de higos, nos da una imagen para recordar quiénes son los que son bendecidos. Uno de esos desterrados es el profeta Daniel.

El capítulo 25 nos cuenta más historia y una predicción concreta que servirá como inspiración para Daniel en su estancia en Babilonia (Daniel 9:1-5).

La Palabra de Dios le lleva a Daniel a la oración. ¿Y nosotros?

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