domingo, 17 de abril de 2011

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Aperitivo                          2 Timoteo 4:6-8
Menú completo                2 Timoteo 3:10-4:22

    Encuentro la palabra todo 11 veces en esta lectura. Pablo, sabiendo que va a morir pronto, es capaz de decir, he peleado la buena batalla, he acabado la carrera (4:7). No sólo él, sino que cierto grupo de personas también, van a recibir la corona de justicia. Me gustaría apuntarme para esa corona si existe la posibilidad de que entre en el cupo. Otra vez vemos la palabra todos (4:8). Pero hay una condición. Se trata de todos los que aman su venida. ¿Te acuerdas de nuestra lectura en Tesalonicenses, las primeras epístolas de Pablo, donde él hablaba de la venida de Jesús pensando estar entre los que iban a quedar hasta ese momento (1 Tes 4:15-17)? Ahora estamos leyendo sus últimas palabras, y él sigue amando esa venida, aunque sabe que no va a estar en ese grupo. El amar su venida es poner la confianza y la esperanza en ese día. Pablo consiguió eso eliminando cualquier otra fuente de esperanza. Los que aman la venida de Jesús enfocan todas sus actividades en ella.
    ¿Cuál es la condición física del apóstol que ha sembrado el evangelio con éxito por todo el Mediterráneo? Está pendiente del invierno (v 21). Allí en la mazmorra va a pasar frío, y le pide a Timoteo el capote (v 13). Le faltan sus libros y los encarga también. Algunos le ven a Pablo como acabado, y con el árbol caído todos hacen leña. Demas lo ha abandonado. Alejandro endurece su oposición. Ninguno de los cristianos de Roma quiso estar con él en el juicio. ¿Te suena un poco a Jesús, abandonado por sus mismos discípulos? Hay uno que quedó con Pablo, el médico Lucas. Y está ansiando ver a Timoteo. ¡Qué contraste entre la condición física y su estado espiritual, victorioso, deseando el momento en que el Señor le entregue su corona.
¿Qué es la principal lección que aprendo de la vida de Pablo?

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