Leyendo Números 31-33, ¿qué es lo que a Dios más le preocupa?
Hemos visto claramente en nuestras últimas lecturas que Israel, con todo lo que le ha pasado, no aprende. Están a punto de entrar en la Tierra Prometida para formar allí una nación gloriosa que refleje el carácter de su Dios. Pero acaban de ser seducidos por las costumbres y los ídolos de los madianitas. Dios y Moisés son conscientes del peligro de tener a ese pueblo a su lado, aunque sean también descendientes de Abraham.
Hace tiempo Dios prometió que no iba a volver a destruir toda la población mediante un diluvio. Hemos visto que para mantener un fiel testimonio en la tierra ha elegido un pueblo especial, Israel. Ellos mismos, en vez del diluvio, van a ser el instrumento de Dios para eliminar a los pueblos que hacen peligrar su plan.
En el capítulo 31 toca a los madianitas, con su gran astucia y los consejos del profeta desobediente Balaam. Es interesante que en las batallas con Madián, Dios prefiere usar un ejército muy inferior numéricamente. Números 31:4 cuenta que de ese ejército de más de medio millón recién censados, sólo va a enviar a 12.000 soldados. Más adelante, en el libro de Jueces, contra el mismo enemigo, los voluntarios de Gedeón son reducidos a 300. Así el Señor demuestra que es suficiente depender de él, y de ese modo dejar claro que no se trata de eliminar a personas, sino reducir a sus dioses mediante el poder celestial. Números 33:4 nos dice que lo que Dios está haciendo desde que salieron de Egipto es ejecutar sentencia contra los dioses que tienen a la gente engañada.
En el capítulo 32 vemos el mismo temor: las tribus ganaderas piden poder establecerse en el lugar donde se encuentran y que sus familias no pasen con los demás al otro lado del Jordán. Moisés se asusta. Les da unas advertencias muy serias, y al final parece que sus intenciones son buenas.
Números 33 es un repaso de las peregrinaciones en el desierto. Y al final la misma advertencia, "si no expulsáis a los paganos, haré lo mismo con vosotros que pensé hacer con ellos".
Siglos más tarde, después de mucha rebeldía, Israel cometió su crimen definitivo, crucificando al Hijo de Dios. Pero él sigue detrás de ellos. Los 12 apóstoles eran judíos, fieles a Jesús. Pablo expresa su gran preocupación por la conversón de ellos. Siento una gran tristeza y en mi corazón tengo un dolor continuo, y hasta querría estar yo mismo bajo maldición, separado de Cristo, si así pudiera favorecer a mis hermanos, los de mi propia raza (Romanos 9:2-3).
Apreciamos en Pablo el mismo sentimiento acerca de la iglesia: Pero temo que, así como la serpiente engañó con su astucia a Eva, también vosotros os dejéis engañar y que vuestros pensamientos se aparten de la devoción pura y sincera a Cristo (2 Corintios 11:3).
Y se nos anima a tener la misma preocupación que sufre Dios y Moisés y Pablo. Hebreos 4:1 Por tanto, temamos, no sea que permaneciendo aún la promesa de entrar en su reposo, alguno de vosotros parezca no haberlo alcanzado.
Pensamiento para hoy: Como Israel podía perder lo que Dios les ofrecía, también nosotros podemos perder lo que nos ofrece, si no tomamos medidas drásticas contra el pecado.
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