Llega a ser el líder de la iglesia en Jerusalén, y le vemos jugando un papel principal en las decisiones tomadas en Hechos 15.
Con el tiempo le van conociendo como Jacobo el Justo. Era conocido como hombre de oración. Escribe esta epístola a todos los creyentes, en especial a las 12 tribus de Israel que viven fuera de Jerusalén. Ha llegado a ser un hombre sabio. Evidentemente era muy conocedor de Proverbios, el libro de la sabiduría como demuestran muchas de las expresiones en su epístola.
Nos dice que todos (v 5) podemos llegar a tener sabiduría. Es la misma clase de sabiduría que menciona Pablo en 1 Corintios 1. ¿No ha hecho Dios que la sabiduría de este mundo sea necedad? Porque ya que en la sabiduría de Dios el mundo no conoció a Dios por medio de su propia sabiduría.
En la sabiduría de Santiago es una gran suerte cuando sufrimos pruebas. El rico se alegra cuando Dios le humilla. El auténtico sabio comprende que no se consigue nada bueno aparte de lo que Dios da. El sabio comprende la importancia de escuchar a los demás y controlar su lengua y no enfadarse. Entiende que las cosas que son muy apreciadas en la sociedad desaparecen como la hierba.
Saludo
1:1-
Yo, Santiago, siervo de Dios y del Señor Jesucristo, saludo a las
doce tribus de Israel esparcidas por todo el mundo.
Fortaleza en
las pruebas
2-
Hermanos míos, debéis teneros por muy dichosos cuando os veáis sometidos a
cualquier clase de pruebas. 3- Pues ya sabéis que cuando vuestra fe
es puesta a prueba, aprendéis a soportar con fortaleza el sufrimiento.
4- Pero procurad que esa fortaleza os lleve a la perfección, a la madurez
plena, sin que os falte nada.
5-
Si a alguno de vosotros le falta sabiduría, pídala a Dios y él se la dará; pues
Dios da a todos, sin limitaciones y sin hacer reproches. 6- Pero
tiene que pedir con fe, sin dudar nada, porque el que
duda es como las olas del mar, que el viento lleva de un lado a otro. 7-
Quien es así no crea que va a recibir nada del Señor, 8- porque el que hoy
piensa una cosa y mañana otra no es constante en su conducta.
9-
El hermano de condición humilde debe sentirse orgulloso si Dios le enaltece,
10- y el rico debe sentirse orgulloso si Dios le humilla. Porque el rico
es como la flor de la hierba, que no permanece. 11- Cuando el sol
sale y calienta con fuerza, la hierba se seca, su flor se cae y su belleza se
pierde. Así también, el rico desaparecerá en medio de sus
negocios.
12-
Dichoso el hombre que soporta la prueba con fortaleza,
porque después de la prueba recibirá como premio la vida, que es la corona
prometida por Dios a los que le aman. 13- Cuando alguno se sienta tentado
a hacer el mal, no piense que es Dios quien le tienta, porque Dios no siente la
tentación de hacer el mal ni tienta a nadie para que lo haga. 14- Al
contrario, cada uno es tentado por sus propios malos deseos, que le atraen y le
seducen. 15- De estos malos deseos nace el pecado; y del pecado, cuando llega a
su completo desarrollo, nace la muerte.
16-
Queridos hermanos míos, no os engañéis: 17- todo lo bueno y perfecto que se nos
da, procede de arriba, de Dios, que creó los astros del cielo. Dios es siempre
el mismo: en él no hay cambios ni sombras. 18- Él, porque así lo
quiso, nos dio vida mediante el mensaje de la verdad, para que
seamos los primeros frutos de su creación.
La puesta en
práctica del mensaje
19-
Recordad esto, queridos hermanos: todos debéis estar dispuestos a escuchar; en
cambio, debéis ser lentos para hablar y para enojaros, 20- porque el
hombre enojado no hace lo que agrada a Dios. 21- Así pues, despojaos de
todo lo impuro y de la maldad que tanto abunda, y aceptad
humildemente el mensaje sembrado en vuestro corazón. Ese mensaje tiene poder
para salvaros.
22-
Pero no basta con oir el mensaje; hay que ponerlo en práctica, pues
de lo contrario os estaríais engañando a vosotros mismos. 23- El que solamente
oye el mensaje, pero no lo practica, es como el hombre que se mira la cara en
un espejo: 24- se ve a sí mismo, pero en cuanto se da la vuelta se olvida de
cómo es. 25- En cambio, el que no olvida lo que oye, sino que considera
atentamente la ley perfecta, que es la ley que nos trae libertad, y
permanece firme cumpliendo lo que ella dispone, será feliz en todo lo que haga.
26-
Si alguno se cree religioso, pero no sabe poner freno a su lengua, se
engaña a sí mismo y su religión no sirve para nada. 27- La religión pura y sin
mancha delante del Dios y Padre es esta: ayudar a los huérfanos y a las viudas
en sus aflicciones, y no mancharse con la maldad de este mundo.
Es natural que la lectura de las Escrituras nos lleve a la oración. Nos anima Santiago a pedir algo en concreto. ¿Necesitas sabiduría hoy? ¿Para poder hablar con alguien? ¿Para enfrentar un problema que no sabes solucionar? Prueba el consejo de Santiago en el versículo 5.
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