¿Qué va a decir Pablo después del piropo que suelta al principio, insensatos? Pues, va a demostrar por qué les describe de esa manera. Por pura lógica, lo que ellos han hecho no tiene sentido. Cuando alguien recibe su doctorado, no dice, ahora voy a mejorar mi conocimiento asistiendo a clases de primaria. Estas personas han nacido de nuevo creyendo en Jesús. Por lo tanto son hijos de Dios (v 26). No se puede aspirar a más. Y sin embargo, por algún hechizo, han querido sumar a eso una serie de reglas que se utilizan para la formación de niños.
Hay una figura en la cultura romana, el ayo, un esclavo que se encarga de la preparación de los niños (v 24). Pablo dice que esa es la función de las leyes del Antiguo Testamento. No sirven para perfeccionarnos, sino para prepararnos. Su valor está en hacernos conscientes de nuestra necesidad de algo más. Como dice Pablo en Romanos 7, la ley está muy bien porque nos enseña lo que Dios quiere. Pero no nos capacita.
Hay cierta tendencia humana de dejar atrás la sencillez del Evangelio para otros sistemas que suenan a sabiduría, a superioridad. Como si el ser hijos de Dios no fuera suficiente. Lo que hay que hacer es profundizar en lo que tenemos. A continuación el libro de Gálatas nos ayudará en ese sentido.
2. Dios nos hace libres por la fe
La experiencia cristiana del Espíritu
3:1- ¡Gálatas
insensatos!, ¿quién os embrujó? En nuestra predicación hemos mostrado ante
vuestros propios ojos a Jesucristo crucificado.
2- Solo quiero que me contestéis
a esta pregunta: ¿Recibisteis el Espíritu de Dios por cumplir la ley de Moisés
o por haber aceptado el mensaje de la fe?
3- ¿Tan insensatos sois que,
habiendo comenzado con el Espíritu, queréis ahora terminar con esfuerzos
puramente humanos? 4- ¿Tantas buenas experiencias para nada?...
¡Imposible que hayan sido para nada! 5- Cuando Dios os da su Espíritu y hace milagros
entre vosotros, ¿por qué lo hace? No en virtud del cumplimiento de la ley, sino
porque habéis aceptado el mensaje de la fe.
Dios
reconoció a Abraham como justo por su fe.
6- Abraham creyó a Dios, y Dios
se lo tomó en cuenta y le reconoció como justo.
7- Por lo tanto, debéis saber que
los verdaderos descendientes de Abraham son los que tienen fe. 8- La
Escritura, previendo que también entre los no judíos iba Dios a reconocer como
justos a los que tuvieran fe, había anunciado a Abraham esta buena noticia:
“Todas las naciones serán bendecidas por medio de ti.” 9- De
manera que los que creen son bendecidos junto con Abraham, que también
creyó.
10- Quienes ponen su confianza en la ley de
Moisés están bajo maldición, porque la Escritura dice: “Maldito sea el que no
cumpla fielmente todo lo que está escrito en el libro de la ley.” 11-
Por lo tanto, está claro que nadie es reconocido como justo por cumplir
la ley; pues la Escritura dice: “El justo por la fe vivirá.” 12-
Pero la ley de Moisés no es cuestión de fe, sino que dice: “El que
cumpla la ley, vivirá por ella.”
13- Cristo nos liberó de la
maldición de la ley haciéndose maldición por causa nuestra, porque la Escritura
dice: “Maldito todo el que muere colgado de un madero.” 14-
Esto sucedió para que la bendición que Dios prometió a Abraham alcance
también, por medio de Cristo Jesús, a los no judíos; y para que por medio de la
fe recibamos todos el Espíritu que Dios ha prometido.
La ley no anula la promesa
15- Hermanos, voy a hablaros en términos humanos.
Cuando un hombre hace un trato y lo respalda con su firma, nadie puede anularlo
ni agregarle nada. 16- Ahora bien, Dios hizo sus promesas a Abraham
y a su descendencia. La Escritura no habla de “descendencias”, en plural, sino
en singular. Dice: “y a tu descendencia”, la cual es Cristo. 17- Lo
que digo es esto: que Dios hizo un pacto con Abraham, y lo confirmó. Por eso,
la ley de Moisés, que vino cuatrocientos treinta años más tarde, no puede
anular aquel pacto y dejar sin valor la promesa de Dios.
18- Si lo que Dios va a darnos en herencia
dependiera de la ley de Moisés, ya no sería una promesa; pero el hecho es que
Dios prometió a Abraham dárselo gratuitamente.
19- Entonces, ¿para qué sirve la
ley de Moisés? Fue dada después, para poner de manifiesto la desobediencia de
los hombres, hasta que viniera aquella “descendencia” a quien se le había hecho
la promesa. La ley fue proclamada por medio de ángeles, y Moisés actuó de
intermediario. 20- Pero no hay necesidad de intermediario cuando
se trata de una sola persona, y Dios es uno solo.
Cristo
pone término a la ley 21- ¿Acaso esto significa que la ley de Moisés
está en contra de las promesas de Dios? ¡De ninguna manera!, porque si la ley
pudiera dar vida, entonces uno podría ser hecho justo por medio de la ley. 22-
Pero, según dice la Escritura, todos son prisioneros del pecado, para
que quienes creen en Jesucristo puedan recibir lo que Dios ha prometido. 23-
Antes de venir la fe, la ley nos tenía presos esperando a que la fe
fuera dada a conocer. 24- La ley, como el esclavo que vigila a los
niños, nos acompañó hasta la venida de Cristo, para que por la fe alcanzásemos
la justicia.
25- Pero ahora que ha llegado la fe ya no estamos
a cargo de aquel esclavo que era la ley.
26- Porque por la fe en Cristo
Jesús sois todos vosotros hijos de Dios,
27- y por el bautismo habéis sido
unidos a Cristo y habéis sido revestidos de él.
28- Ya no tiene importancia el
ser judío o griego, esclavo o libre, hombre o mujer; porque unidos a Cristo
Jesús, todos sois uno solo. 29- Y si sois de Cristo, también sois
descendientes de Abraham y herederos de las promesas que Dios le hizo.
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