martes, 9 de julio de 2019

Tomar en serio la Palabra de Dios (1 Samuel 22-24)



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Antes cuando mis hijas estaban en el extranjero les escribía una carta que tardaba 2 semanas en llegar (poner conferencias resultaba demasiado caro). Si ellas respondían en seguida, en 2 semanas más yo tenía la respuesta a las preguntas que les había hecho. Es decir, casi un mes para continuar la conversación. Ahora no es así. Tenemos comunicación instantánea. ¿Existe algún motivo por volver a lo antiguo? Tal vez por nostalgia. Pero con las personas importantes en nuestra vida lo que importa es el contacto, cuanto más en seguida, mejor. 

Por eso, en mi lectura de la Biblia utilizo el ordenador y el móvil. Y como nuestro internet no es siempre de fiar, prefiero tenerlo instalado en el aparato. 

Esto me permite (todo gratis, no hay que comprar)
  1. Buscar cosas con rapidez. Todavía no he memorizado la Biblia. 
  2. Contrastar multiples versiones de la Biblia con un click, y así saborear la riqueza que tiene el texto sagrado.
  3. Buscar (en español) el significado de las palabras en griego y hebreo, y así acercarme un poco al pensamiento de los autores.
  4. Tener acceso instantáneo a excelentes comentaristas para aclarar cómo a través del tiempo se han entendido textos claves y descubrir las costumbres de los tiempos bíblicos para adentrarme más en el relato.
  5. Tener ayuda para aprender textos de memoria, que considero súper útil.
  6. Escribir para cada versículo o cualquier tema mis propios comentarios. (Claro que puedes escribir en un cuaderno pero eso se puede perder y además, utilizando la tecnología puedes buscar de forma instantánea también cualquier tema que hayas redactado antes.
Respecto a esto último, he visto que hice un apunte hace algunos años sobre 1 Samuel 22:1, comentando que Saúl hacía promesas como algunos políticos, sin ninguna intención de cumplir. El vencedor de Goliat iba a tener varios beneficios, incluyendo que su familia no tendría que pagar impuestos (1 Samuel 17:25). Ahora, sin embargo, la familia de David tiene que huir con él a una cueva. 

En el capítulo 23 hay un ejemplo de cómo hemos de buscar la voluntad de Dios en todo asunto: David (v 2) tiene ganas de defender a algunos de su pueblo de un ataque de los filisteos (que son su especialidad). Pero antes de hacer nada consulta dos veces al Señor. 

Estando en esa misión consulta al Señor por tercera vez respecto a qué hacer a continuación (v 11). Y luego en el v 12 una cuarta consulta. Tú y yo tenemos derecho también a consultar nuestras decisiones a Dios y no equivocarnos por andar con demasiada prisa.

¡Qué hombre más fiel, Jonatán (v 16). Busca a su amigo simplemente para darle ánimo.

Y Saúl todavía (v 21) con su blasfemo lenguaje religioso. 

Tenemos en el c 24 un ejemplo de usar de forma equivocada la Palabra de Dios. Todo el mundo sabe que David ha sido nombrado para reinar. El mismo profeta Samuel había dicho a Saúl,  Hoy el SEÑOR ha arrancado de ti el reino de Israel, y lo ha dado a un prójimo tuyo que es mejor que tú (1 Samuel 15:28). Pero eso no le autoriza a David a hacer lo que le dicen sus hombres en el 24:4. Saúl había sido ungido por el Señor y no le correspondía a ningún hombre precipitarse para poner fin a su reinado. David ha tomado muy en serio la palabra de Dios exactamente en la forma en que el Señor lo dijo. No quiso torcer las palabras de Dios para su propio beneficio como hacían sus hombres.
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