sábado, 10 de noviembre de 2018

Un Gran Profeta


10-nov
48. Sana al siervo del centurión

Mat 8:5-13
5  Y cuando entró Jesús en Capernaum se le acercó un centurión suplicándole,
6  y diciendo: Señor, mi criado está postrado en casa, paralítico, sufriendo mucho.
7  Y Jesús le dijo*: Yo iré y lo sanaré.
8  Pero el centurión respondió y dijo: Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; mas solamente di la palabra y mi criado quedará sano.
9  Porque yo también soy hombre bajo autoridad, con soldados a mis órdenes; y digo a éste: "Ve", y va; y al otro: "Ven", y viene; y a mi siervo: "Haz esto", y lo hace.
10  Al oírlo Jesús, se maravilló y dijo a los que le seguían: En verdad os digo que en Israel no he hallado en nadie una fe tan grande.
11  Y os digo que vendrán muchos del oriente y del occidente, y se sentarán a la mesa con Abraham, Isaac y Jacob en el reino de los cielos.
12  Pero los hijos del reino serán arrojados a las tinieblas de afuera; allí será el llanto y el crujir de dientes.
13  Entonces Jesús dijo al centurión: Vete; así como has creído, te sea hecho. Y el criado fue sanado en esa misma hora.

Luc 7:1-10
1  Cuando Jesús terminó todas sus palabras al pueblo que le oía, se fue a Capernaúm.
2  Y el siervo de cierto centurión, a quien éste apreciaba mucho, estaba enfermo y a punto de morir.
3  Al oír hablar de Jesús, el centurión  envió a El unos ancianos de los judíos, pidiéndole que viniera y salvara a su siervo.
4  Cuando ellos llegaron a Jesús, le rogaron con insistencia, diciendo: El centurión es digno de que le concedas esto;
5  porque él ama a nuestro pueblo y fue él quien nos edificó la sinagoga.
6  Jesús iba con ellos, pero cuando ya no estaba lejos de la casa, el centurión envió a unos amigos, diciéndole: Señor, no te molestes más, porque no soy digno de que entres bajo mi techo;
7  por eso ni siquiera me consideré digno de ir a ti, tan sólo di la palabra y mi siervo será sanado.
8  Pues yo también soy hombre puesto bajo autoridad, y tengo soldados bajo mis órdenes; y digo a éste: "Ve", y va; y a otro: "Ven", y viene; y a mi siervo: "Haz esto", y lo hace.
9  Al oír esto, Jesús se maravilló de él, y volviéndose, dijo a la multitud que le seguía: Os digo que ni aun en Israel he hallado una fe tan grande.
10  Y cuando los que habían sido enviados regresaron a la casa, encontraron sano al siervo.

49. Resucita en Naín al hijo de una viuda
Luc 7:11-17
11  Aconteció poco después que Jesús fue a una ciudad llamada Naín; y sus discípulos iban con El acompañados por una gran multitud.
12  Y cuando se acercaba a la puerta de la ciudad, he aquí, sacaban fuera a un muerto, hijo único de su madre, y ella era viuda; y un grupo numeroso de la ciudad estaba con ella.
13  Al verla, el Señor tuvo compasión de ella, y le dijo: No llores.
14  Y acercándose, tocó el féretro; y los que lo llevaban se detuvieron. Y Jesús dijo: Joven, a ti te digo: ¡Levántate!
15  El que había muerto se incorporó y comenzó a hablar, y Jesús se lo entregó a su madre.
16  El temor se apoderó de todos, y glorificaban a Dios, diciendo: Un gran profeta ha surgido entre nosotros, y: Dios ha visitado a su pueblo.
17  Y este dicho que se decía de El, se divulgó por toda Judea y por toda la región circunvecina.


En la última semana de Jesús él es proclamado Rey cuando entra en Jerusalén montado en un burro. Los que le acompañaban en ese momento gente que había venido a la fiesta (Juan 12:12). Principalmente son personas de Galilea. De hecho, hablar con acento de Galilea te hacía sospechoso de ser seguidor de Jesús. Lo que estamos viendo en estos capítulos es el ministerio de Jesús y sus 6 equipos de 2, que completan la cosecha que Jesús menciona en Mateo 37. Ésta es la manera en que Jesús cosechó Galilea. ¿Te acuerdas que en el día de Pentecostés los 120 que recibieron el Espíritu Santo eran galileos seguidores de Jesús venidos a Jerusalén? 

Jesús era galileo, y ganó a su propio pueblo, dejando la cuidad de Jerusalén y el resto del mundo a sus seguidores (Hechos 1:8). Te puedo garantizar que hay una posible cosecha en el barrio donde vives.

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