09-nov
Luc 6:20-49
20 Volviendo su vista hacia sus discípulos,
decía: Bienaventurados vosotros los pobres, porque vuestro es el reino de Dios.
21 Bienaventurados los que ahora tenéis hambre,
porque seréis saciados. Bienaventurados los que ahora lloráis, porque reiréis.
22 Bienaventurados sois cuando los hombres os
aborrecen, cuando os apartan de sí, os colman de insultos y desechan vuestro
nombre como malo, por causa del Hijo del Hombre.
23 Alegraos en ese día y saltad de gozo, porque
he aquí, vuestra recompensa es grande en el cielo, pues sus padres trataban de
la misma manera a los profetas.
24 Pero ¡ay de vosotros los ricos!, porque ya
estáis recibiendo todo vuestro consuelo.
25 ¡Ay de vosotros, los que ahora estáis
saciados!, porque tendréis hambre. ¡Ay de vosotros, los que ahora reís!, porque
os lamentaréis y lloraréis.
26 ¡Ay de vosotros, cuando todos los hombres
hablen bien de vosotros!, porque de la misma manera trataban sus padres a los
falsos profetas.
27 Pero a vosotros los que oís, os digo: amad a
vuestros enemigos; haced bien a los que os aborrecen;
28 bendecid a los que os maldicen; orad por los
que os vituperan.
29 Al que te hiera en la mejilla, preséntale
también la otra; y al que te quite la capa, no le niegues tampoco la túnica.
30 A todo el que te pida, dale, y al que te
quite lo que es tuyo, no se lo reclames.
31 Y así como queréis que los hombres os hagan,
haced con ellos de la misma manera.
32 Si amáis a los que os aman, ¿qué mérito
tenéis? Porque también los pecadores aman a los que los aman.
33 Si hacéis bien a los que os hacen bien, ¿qué
mérito tenéis? Porque también los pecadores hacen lo mismo.
34 Si prestáis a aquellos de quienes esperáis
recibir, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores prestan a los pecadores para
recibir de ellos la misma cantidad.
35 Antes bien, amad a vuestros enemigos, y haced
bien, y prestad no esperando nada a cambio, y vuestra recompensa será grande, y
seréis hijos del Altísimo; porque El es bondadoso para con los ingratos y
perversos.
36 Sed misericordiosos, así como vuestro Padre
es misericordioso.
37 No juzguéis, y no seréis juzgados; no
condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados.
38 Dad, y os será dado; medida buena, apretada,
remecida y rebosante, vaciarán en vuestro regazo. Porque con la medida con que
midáis, se os volverá a medir.
39 Les dijo también una parábola: ¿Acaso puede un
ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán ambos en un hoyo?
40 Un discípulo no está por encima de su
maestro; mas todo discípulo, después de que se ha preparado bien, será como su
maestro.
41 ¿Y por qué miras la mota que está en el ojo
de tu hermano, y no te das cuenta de la viga que está en tu propio ojo?
42 ¿O cómo puedes decir a tu hermano:
"Hermano, déjame sacarte la mota que está en tu ojo", cuando tú mismo
no ves la viga que está en tu ojo? ¡Hipócrita! Saca primero la viga de tu ojo y
entonces verás con claridad para sacar la mota que está en el ojo de tu
hermano.
43 Porque no hay árbol bueno que produzca fruto
malo, ni a la inversa, árbol malo que produzca fruto bueno.
44 Pues cada árbol por su fruto se conoce.
Porque los hombres no recogen higos de los espinos, ni vendimian uvas de una
zarza.
45 El hombre bueno, del buen tesoro de su
corazón saca lo que es bueno; y el hombre malo, del mal tesoro saca lo que es
malo; porque de la abundancia del corazón habla su boca.
46 ¿Y por qué me llamáis: "Señor,
Señor", y no hacéis lo que yo digo?
47 Todo el que viene a mí y oye mis palabras y
las pone en práctica, os mostraré a quién es semejante:
48 es semejante a un hombre que al edificar una
casa, cavó hondo y echó cimiento sobre la roca; y cuando vino una inundación,
el torrente dio con fuerza contra aquella casa, pero no pudo moverla porque
había sido bien construida.
49 Pero el que ha oído y no ha hecho nada, es
semejante a un hombre que edificó una casa sobre tierra, sin echar cimiento; y
el torrente dio con fuerza contra ella y al instante se desplomó, y fue grande
la ruina de aquella casa.
Según
Mateo 5:1 Jesús subió al monte. Allí compartía la enseñanza que
conocemos como las Bienaventuranzas. Según Lucas 6:17 Jesús descendió a un lugar
llano. Y allí decía las palabras que hemos leído hoy, incluyendo también
algunas bienaventuranzas.
Algunos
comentaristas tratan de combinar la subida con el descenso, describiendo una
gran llanura al pie de un monte. Pero cuando leemos detenidamente los dos
evangelios vemos una explicación más sencilla. Cuando Jesús lanza su campaña de
Galilea, saliendo de Capernaum, lleva su mensaje, El Evangelio del Reino,
juntamente con la sanidad de los enfermos, por toda la provincia (Mateo 4:23). Más
adelante (Mateo 9:35) sigue proclamando El Evangelio del Reino en todas
las ciudades y aldeas. Por lo tanto, el Sermón del Monte (Mateo 5-7) es el
informe que nos ofrece uno de los discípulos (Mateo) que estaba presente. Allí
Jesús menciona varias veces el Reino. En los 200 pueblos de Galilea
Jesús no iba a tener un sermón diferente cada vez. Esto es el mensaje que él
compartía en todos los lugares donde también curaba enfermos.
Lo que
nos comparte Lucas bien pudo ser lo que enseñaba Jesús a otra multitud en otro
lugar, que no era un monte. Esto explica las variaciones. Mateo dice, “Bienaventurados
los pobres en espíritu”. Lucas dice, “Bienaventurados vosotros los pobres”.
Éstas
son las enseñanzas que escuchó toda la provincia de Galilea, tanto de la boca
de Jesús, como también de los discípulos que él envió en Mateo 10. Y Éstos son
los Estatutos del Reino que nos quedan como descripción de cómo hemos de
brillar como lumbreras que representan al Padre que está en los cielos.
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