Vitaminas Apocalipsis 5:1-10
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Una cosa que consta en este libro profético es que el cielo domina sobre la tierra. Prestemos atención porque también veremos cómo desde aquí “abajo” podemos influir en las cosas del cielo para luego ejercer más poder en la tierra. El 5:8 describe un instrumento que tenemos a nuestro alcance.
En su primera visión Juan tuvo que dar la vuelta hacia atrás (1:10). Ahora tiene que mirar hacia arriba y de hecho es transportado al lugar celestial (4:1). Lo que ve allí confirma que se encuentra en la sala de mando, el cuartel general. ¡Un Trono! Es curioso que tendemos a ver las cosas materiales como reales y lo espiritual como más efímero. Se nos pintan fantasmas que aparecen y desaparecen. Hay que entender que lo sólido, lo real es lo celestial y espiritual. Lo material desaparecerá.
Lo segundo que ve Juan es que Dios en su trono tiene alrededor un círculo de 24 tronos ocupados por “ancianos”. Son personas redimidas (5:9) por la sangre del Cordero. Vemos el doble 12 más adelante también (21:12-14) en representación de las 12 tribus y los 12 apóstoles. Dios nos ha rescatado desde todos los tiempos para reinar con él. Las cosas están escritas. No se trata de fantasmas.
De gran importancia es el libro que alguien tiene que abrir (5:2) para que Juan pueda ver la visión completa. Se siente defraudado y llora mucho porque piensa que quedará cerrado. Pasaremos por esta misma experiencia de incomprensión en esta lectura, debido a cosas que no entendemos. Pero nos pueden servir de consuelo las palabras del anciano (5:5) diciéndonos que el Cordero es vencedor y nos irá abriendo los sellos.
Fíjate de forma especial en el 5:8, que habla de las oraciones de los santos. Se trata de ti, redimido también por la sangre del Cordero. No hay santo más santo que la persona redimida por Cristo. Seguiremos con este tema en el c. 8.
¿Mi vida refleja la solidez de las cosas celestiales?
Si estamos guardando (bienaventurado el que guarda, Apocalipsis 1:3) lo que hemos leído hoy, estaremos muy confiados y muy contentos porque el Cordero, que murió por nosotros, está realizando el desenlace de la historia.
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