lunes, 13 de junio de 2011

En la presencia del Cordero

Vitaminas                Apocalipsis 7:11-17
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    Estamos todavía dentro del sexto sello con su espeluznante escena de los grandes de la tierra intentando escapar de la ira de Dios. Hay un grupo a los que se les permite escapar, sellándoles en sus frentes. Son judíos, 12.000 de cada tribu. Se les llama primicias (14:4). Es decir, que habrá más. Sabemos que el evangelio llegó primero a los judíos (Romanos 1:16). La misión de Jesús mismo era para Israel (Mt 15:24). Realizó una campaña especial en tierra de Zabulón y Neftalí (Mt 4:15). Una de las primeras personas que le reconoció era de la tribu de Aser (Lu 2:36). Pablo era de la tribu de Benjamín. La gran cosecha de Israel culminará como hemos visto con la salvación de toda una generación (Romanos 11:26).
    En el v 9 se pasa de las primicias a la totalidad de la cosecha, la gran multitud. Me parece verte a ti allí, tú que has lavado tus ropas en la sangre del Cordero (v 14), cumplido tu mayor deseo, de estar en la presencia del Cordero. No te estás fijando en lo que lleva puesto el que está a tu lado, ni en el escenario. Toda tu atención se centra en el que está sentado en el trono y en el Cordero y le estás ofreciendo la bendición, la honra, la acción de gracias por haberte sacado de la tribulación y traído a este lugar de luz y 
esplendor. Le veo a Dios pasar su pañuelo sobre tu cara y decirte “Jamás volverás a estar triste, hijita, hijito.”
    Ya le hemos alabado a Dios por habernos creado (4:11) y por redimirnos (5:9). Ahora todos los redimidos seguimos alabándole porque ha provisto para todas nuestras necesidades. Más adelante le adoraremos por su victoria (11:17) y luego en la gran fiesta de bodas (c 19). Te noto con cierta añoranza de ocupar allí tu lugar.
¿Mi experiencia con Dios produce ganas de más?

¿En qué forma vamos a “guardar” lo que hemos leído en el capítulo 7? El Mismo Cordero que recibe la alabanza es digno de que le dediquemos hoy toda nuestra alabanza.

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