Menú completo 1 Pedro 2 y 3
Todo depende de los ojos con que miremos las cosas. Porque, teniendo ojos de fe, vemos más allá de las circunstancias diarias. Pedro no quiere que pasemos por lo que él pasó. Una vez, cuando caminaba sobre el agua, quitó la vista de Jesús, y empezó a mirar las olas y se hundía (Mateo 14:30). En otra ocasión experimentó miedo a las personas y para salvar su pellejo llegó a negar a Jesús (Mateo 26:70). Ahora dice, no os amedrentéis por temor de ellos, ni os inquietéis (1 Pedro 3:14).
Si un avión está fuera del alcance de la baterías antiaéreas, no importa que lancen mil misiles. El piloto puede reírse. Jesús dijo, Os digo, amigos míos: No temáis a los que matan el cuerpo, pero después nada más pueden hacer. Os enseñaré a quién debéis temer: Temed a aquel que, después de haber quitado la vida, tiene poder de echar en el infierno. Sí, os digo, a este temed. (Lucas 12:4,5). Literalmente, nadie nos puede hacer daño. Jesús pasó por todos los ataques. Fue difamado, torturado, separado de sus mejores amigos, y al final ganó. El ataque contra él fue la ocasión de mostrar su superioridad en todos los sentidos.
El ataque contra nosotros es el contexto en que se nos ofrece la ocasión para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que nos demande razón de la esperanza que hay en nosotros. ¿Has tenido experiencias así? Estoy pensando en un domingo cuando salían de casa unos vecinos que habíamos invitado a comer. Nunca le había oído decir al hombre, como en esa ocasión, "muchísimas gracias". Sí le había escuchado amenazas de traer a la policía por ofensas que se había inventado. Las dificultades fueron ocasión de testimonio.
¿Estoy aprovechando mi posición de fuerza?
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