domingo, 8 de mayo de 2011

Privilegios

Aperitivo                          2 Pedro 1:1-4
Menú completo                2 Pedro 1 y 2

    Lo habré comentado en varias ocasiones pero es que me impresiona mucho. Mi fe es igualmente preciosa que la de San Pedro (2 Pedro 1:1). Esto me da a entender que él no tiene ninguna ventaja sobre mí. Él vivió en tierra santa. Yo, que nunca he pisado esas playas, no tengo por qué pensar que haya perdido algo. Esto me hace pensar en unas conferencias de fin de milenio en Jerusalén, a las que estaba apuntado, y que fueron canceladas por problemas de seguridad en esas fechas. Tengo que reconocer que no sentía gran decepción.
    Pedro tuvo el privilegio de vivir día y noche con Jesús el Hijo de Dios. Sin embargo mi fe es igualmente preciosa que la suya porque por fe andamos y no por vista (2 Corintios 5:7).
    Pedro participó con Jesús en comidas y escuchó palabras maravillosas. Pero Judas también escucho las mismas palabras y terminó su carrera como hijo de perdición. Pero esas palabras son para mí las preciosas y grandísimas promesas, por las que llego a ser participante de la naturaleza divina (2 Pedro 1:4).
    Cuando Pedro se hundía en el agua fue la mano de Jesús mismo la que le sacó. Cuando Satanás buscaba hundir a Pedro, fue Jesús quién oró por el para que su fe no faltara (Lucas 22:32). Sin embargo yo tengo la garantía de un procedimiento mediante el cual jamás caeré (1:10).
    Pedro estuvo presente en el monte santo y escuchó la voz de Dios mismo hablando (1:17). Pero él mismo me afirma que tengo algo más seguro, la palabra profética. Se ve que tiene cierta prisa en escribir estas cosas porque le queda poco tiempo (1:14).
    También para mí hay peligro, el que después de haber conocido el camino, volverme atrás (2:21)
¿Quién es el privilegiado?

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