Vitaminas 1 Cor 16:1-4
Menú completo 1 Corintios 16
Había un comerciante en una iglesia de Madrid, que iba aprendiendo a compartir con cierta generosidad sus bienes. Su negocio prosperaba. Disfrutaba ayudando junto con sus hermanos a personas menos afortunadas. Pero alguien que vivía en su casa empezaba a preocuparse. El refrán que se escuchab era, “Se están aprovechando de ti”. Con el tiempo esa preocupación le hizo mella y al final no solamente dejó de ofrendar, sino que, convencido de que había sido “un primo”, dejó la iglesia.
Los pastores aprenden a tratar con guantes de seda la enseñanza sobre las ofrendas. Hay que tener mucho cuidado de no ofender. Parece que Pablo no aprendió. Habla muy directo y da órdenes. La razón es que Pablo cuenta con una correcta disposición de los hermanos. El escribe para quienes quieren practicar toda la enseñanza cristiana. Si alguien se ofende por la mención de dinero, él por lo menos ha enseñado la Palabra de Dios. Lo veremos con mayor detalle en 2 Corintios 8 y 9.
La ofrenda para los santos (16:1) es un proyecto de ayuda para los creyentes en Jerusalén, que son pobres. Me imagino que habría comentarios como, “Que dejen de ir tanto al templo y se busquen un curro”, o, “Yo también tengo mis responsabilidades familiares”.
Pablo no quiere que fracase este proyecto. Les indica que 1– Ellos no son los únicos; participan con todas las iglesias de Galacia. 2– Hay que ser sistemático. Semana que cobras, semana que aportas proporcionalmente según has ganado. 3– Los que van a manejar la ofrendas son personas de confianza para evitar acusaciones.
¿He ganado la batalla del dinero?
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