viernes, 21 de enero de 2011

De carcelero a discípulo

Vitaminas (Lectura mínima)       Hechos 16:22-34
Menú completo                        Hechos 16
    Ya no se menciona más en este libro ni a Pedro ni a Bernabé. Se ha abierto el capítulo de los gentiles. Todas las gentes del planeta pueden formar parte del pueblo de Dios sin hacer peregrinajes a Jerusalén ni cambiar de cultura. En el capítulo anterior leímos que hubo un desacuerdo entre Pablo y Bernabé. Algunos han argumentado que los dos tenían que haber seguido juntos pero cuando leemos la historia de cada uno vemos que Bernabé luego tuvo éxito en su labor con Marcos y Pablo en la extensión del evangelio por el imperio romano. Su principal error probablemente era en no darse cuenta hasta ese momento que Dios les asignaba ya tareas por separado.
    Vemos que Pablo necesita aclarar otras cosas también. Quiere ir al Este pero Dios le llama hacia Europa. Dos veces el Espíritu le prohibe (vss 6 y 7) realizar sus planes hasta que al final se dirige a la ciudad de Filipos. Allí parece que no encuentra una sinagoga, sino un grupo de mujeres que oran. Esto es el comienzo de la iglesia en Europa. Aquí ni siquiera encuentran oposición por parte de los judíos como siempre ha sido el caso, sino de hombres que ven en el evangelio una amenaza a sus negocios.
    Así llegamos a conocer al famoso carcelero. Este hombre parte de la ignorancia. Un día le vemos tratando con crueldad a los apóstoles, y al día siguiente le vemos bautizado, lavándoles las heridas y alegrándose en el evangelio con toda su familia. Esto es el evangelio que Pablo ahora va predicando con toda libertad con sus nuevos compañeros Silas y Timoteo. Esto es el evangelio que no ha cambiado y que de un día a otro puede cambiar también a cualquier persona que diga como este hombre, “Qué debo hacer para ser salvo” (Hechos 16:30).
¿Con quién quiero compartir este evangelio?

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