lunes, 20 de diciembre de 2010

La manera de no equivocarse

Texto de la semana      Juan 3:10-21
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Hemos visto ya a Jesús en el viaje inicial que hizo de Nazaret a Judea (1:29), luego de regreso a Galilea, después en la fiesta de Jerusalén, otra vez en Galilea, y ahora de regreso en Jerusalén para otra fiesta. Aquí vamos a presenciar el tercer milagro que relata Juan. ¡Que reacción más positiva! ¿no? la de los jefes de los judíos ante la curación del paralítico! A Jesús le quieren matar (5:15). Parece que sus mismos enemigos reconocen lo que mucha gente se niega a reconocer, que Jesús mismo se atribuía divinidad, haciéndose igual a Dios (5:18).
Toma unos momentos para meditar en el 5:19 a 23. ¿Se te ocurre una palabra para resumir lo que Jesús está diciendo? Pienso en la palabra “unión”. La gente está viendo a un hombre, Jesús, pero las obras que están viendo son las del Padre. Unidos en amor, en obras, en milagros, en recibir honra. Unidos también en juzgar y en una sola voluntad (v 30). Dios está haciendo su perfecta voluntad en la tierra mediante la unión perfecta con su Hijo.
Jesús terminó su obra y subió al cielo. Para entender esto mejor podemos pasar a Juan 17. En el 17:18 vemos que ahora somos nosotros, los seguidores de Jesús, los representantes de Dios en la tierra. Al ausentarse Jesús, su lugar es ocupado por todos nosotros (v 23). Yo en ellos y tú en mí, para que sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca que tú me enviaste.
Ahora la gente está viendo un grupo de personas pero las obras que están viendo son las del Padre. Cualquiera que ve a un cristiano está viendo cómo es Dios. Pero hay una diferencia que da más fuerza a nuestro testimonio. Porque al ser muchos, lo que impacta es el amor que tenemos los unos para con los otros, cristianos en España, en Guinea Ecuatorial, en todos los continentes, amándose como Jesús nos amó.
¿Como verán hoy que soy de Jesús?

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