Vitaminas (Lectura mínima) Lucas 21:8-18
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Llegando al fin de su ministerio terrenal Jesús nos advierte sobre el fin de la tierra tal y como la conocemos. Terremotos, señales en el cielo, guerras, parece desastroso y lo es. La plaga de terremotos vividos últimamente nos recuerda que esto estaba predicho.
Entonces ¿Jesús está intentando asustar a sus seguidores? Más bien nos está animando. Lee su conclusión en el v 28- “erguíos y levantad vuestra cabeza porque vuestra redención está cerca.” Esto no es un mensaje alarmista, sino un salvoconducto para todos los que pertenecemos al que controla la historia. Se trata de una ocasión de dar testimonio (13). Ni un cabello perecerá (18). Con paciencia ganaréis vuestras almas (19).
Tratándose de profecías es bueno entender que no las entendemos del todo. Hay personas que te pueden decir con lujo de detalles lo que pasará en el fin de los tiempos pero no lo pueden explicar con la Biblia porque lo han aprendido en un libro o de un telepredicador a quien consideran la máxima autoridad. Las palabras proféticas suelen llevar una cortina que se va descorriendo a medida que avanza el cumplimiento. Por ejemplo la profecía sobre la virgen madre dada al rey Acaz (Isaías 7:14) se entendió más tarde en Belén. Algunas cosas de este capítulo se cumplieron en la destrucción de Jerusalén en el año 70 y otras están pendientes. Uno de los que escuchaba aprendió la lección. Tengamos la actitud de Pedro, “Puesto que todas estas cosas han de ser deshechas, ¡cómo no debéis vosotros andar en santa y piadosa manera de vivir” (2 Pedro 3:11)
¿Estoy orando en todo tiempo? (Lucas 21:36)
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