Vitaminas (Lectura mínima) Marcos 7:6-13
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Una batalla continua que tiene Jesús con los escribas y fariseos es sobre leyes que ellos imponen para avasallar a las personas. En esta ocasión ellos han hecho el largo viaje desde Jerusalén simplemente para apuntar en sus libritos todas las infracciones que le encuentran, con el fin de desprestigiarlo delante de sus seguidores. Lo que encuentran es el incumplimiento de un ridículo requisito de estarse siempre lavando las manos.
Jesús les contesta tajantemente, no para ganar un debate, sino para demostrar a los oyentes que estos “autoridades” carecen de autoridad. Pone el ejemplo de un hombre que tiene unos ahorrillos y tiene que decidir si darlos a sus padres que realmente necesitan, o a las autoridades religiosas (que son personas avaras - Lucas 16:14). Se trata de tráfico de influencias. Si este hombre da el dinero a sus padres, les sacará de un apuro pero no percibe nada a cambio. Sin embargo si da a las autoridades religiosas en un plan que ellos llaman “Corbán”, es decir “Una ofrenda a Dios”, no solamente le deben un favor, sino que puede presentarse ante los pobres ancianos como hombre piadoso. Recordemos que se trata de una sociedad donde las apariencias son importantes. Precisamente esa actitud es lo que Jesús trata de destruir. Naturalmente los fariseos no le pueden contestar porque ha puesto el dedo en la llaga.
La vida cristiana no es una serie de reglas y restricciones. Se trata de vida amplia, no de mezquindad. Cuando Jesús se ofrece para la salvación del mundo, es por el gozo puesto delante (Hebreos 12), no por obligación. No caben los aguafiestas entre los seguidores de Jesús.
¿A quién le puedo aliviar la carga hoy?
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