Texto de la semana Romanos 5:1-5
Menú completo Romanos 7
La primera parte de Romanos 7 sirve como conclusión de lo que nos viene comunicando Pablo en el capítulo anterior. Hubo un tiempo cuando no nos quedaba más remedio que servir al pecado. Era superior a nosotros. Además del ejemplo del contrato matrimonial que utiliza Pablo, me gusta el ejemplo del imán. Ejerce una gran atracción sobre cualquier artículo metálico. Pero si ese artículo pudiese convertirse en cristal, la fuerza magnética no lo afectaría. Lo que ha producido el cambio en nuestra naturaleza es la muerte de Cristo. En el ejemplo del matrimonio, cuando uno de los cónyuges se convierte en cadáver, queda anulado el contrato. Cuando yo, por la muerte de Cristo experimento la muerte propia respecto a los deseos ilícitos, el diablo no tienen ningún derecho en mí. O, usando nuestro símil del viaje, ya puedo caminar por los aires porque la muerte de Jesús ha conquistado la ley de la gravedad.
No lo entiendo. Eso es lo que dice Pablo en Romanos 7:15. Concretamente lo que no entiende es que, teniendo tantas ganas de hacer el bien, se encuentre haciendo el mal. Si me dices que puedo volar y veo que mis pies siguen en contacto con el suelo, queda obvio que algo no funciona. Lo que no funciona es mi fe. Como Pedro, que caminaba sobre el mar hasta que se fijó en el peligro de las olas, suelo quitar la vista de Jesús y de su verdad en momentos críticos, y me hundo. Pero Pablo termina este capítulo dando gracias a Dios (7:25). El poder está allí. Podemos elegir. Necesitamos esa renovación del entendimiento (c 12).
Un gran peligro de algunos grupos religiosos es que todo funciona por ley en vez de por fe. Leí de varias sectas donde se ha extendido la práctica de los abusos sexuales. Me pregunto si esto tiene que ver con la imposición de mucha obligación y poca victoria por fe. Mucha ley y poco Espíritu Santo. Cuando se obra en la carne, saldrán las obras de la carne.
¿Listo para el despegue?
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