Texto de la semana Romanos 5:1-5
Menú completo Romanos 3:19-4:25
Cuando alguien empieza a decir lo bueno que es, y cuánto ha ayudado a los pobres y que no pide a Dios nada para si mismo, sino siempre para los demás, dando a entender que ya merece un buen lugar en el cielo, me gusta contestar así: ¡Qué pena! Es obvio que no puedes ser cristiano. Eres demasiado bueno. Porque Jesús dijo claramente que sólo vino para salvar a pecadores, no vino para los buenos. Pablo tiene más o menos la misma intención en estos primeros capítulos de Romanos. Un excelente comienzo para nuestro caminar con Dios es, que toda boca se cierre y que todo el mundo quede bajo el juicio de Dios (3:19). Las diferentes religiones del mundo, los que piensan que Dios va a pesar sus buenas obras en una balanza, los que creen que reaparecerán en forma de algún animal según se hayan portado, necesitan saber que pueden ser justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús (3:24). La jactancia queda excluida (v 27) por la ley de la fe.
Uno de los que llegaron a esta conclusión es Abraham (4:1), el "padre" de Israel y de Ismael. Él llegó a entender que con Dios no se negocia, se recibe lo que él ofrece. Otro que viajó por este camino es David el rey. Él experimentó una terrible etapa en su vida cuando después de cometer pecados serios quiso taparlos y aparentar que no había pasado nada. Lo hizo con su habitual eficacia en todo lo que emprendía. Nadie estaba al tanto. Pero se secó por dentro. Hasta que se abrió con Dios y se dio cuenta que sólo había un camino, el de recibir por fe el perdón de Dios. Entonces fluyó de su boca esta canción: Bienaventurados aquellos cuyas iniquidades son perdonadas (4:7). Este es el camino que nos está enseñando Pablo.
¿Con quién viajo?
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