martes, 3 de agosto de 2021

Por primera vez


    Al leer Levítico 7-9 trata de visualizar y asimilar el panorama general, no todos los detalles. Por primera vez en la historia de Israel hay una fórmula, se podría decir un mecanismo para hacer borrón y cuenta nueva. ¡Cuantas personas sufren ese profundo sentimiento de que algo está mal en su relación con Dios, en su relación de pareja, o con padres o hijos u otras personas con las que compartimos la vida! La reconciliación con Dios abre la puerta para todas las demás reconciliaciones. Cuando nuestra actitud es la de reconocer nuestros pecados, ilustrado con las ofrendas por el pecado o por la culpa, entonces estamos en condiciones de reconciliarnos con todos los demás. Cualquier persona que trae un animal al altar de bronce está diciendo públicamente, "He pecado".
   

    Aunque no es la primera vez que se han hecho ofrendas, sí es la primera vez que tienen leyes que regulen la práctica, y que aclaran la oportunidad a todos para conocer el perdón de Dios.

    Sobre Aarón queda una sombra... Él ha hecho algo que merece la muerte. Su culpa por haber llevado a todo el pueblo a sustituir un becerro de oro por el Dios que les liberó de la esclavitud no tiene perdón. ¿O sí? ¿Realmente podrá ejecutar su función de sumo sacerdote con limpieza, o va a ser todo una farsa, una comedia? Esa bendición que él extiende sobre todo el pueblo (9:23) ¿tiene fuerza, o es simplemente un rito pronunciado por un actor? Aarón es consciente de esta gran duda y también lo sabe todo el pueblo. 

    Leyendo el 9:23-24 podemos apreciar la enorme sensación de alivio que siente, no sólo el hermano de Moisés, sino todo el pueblo, al ver con claridad la contestación de Dios. En otras ocasiones ha salido fuego de Dios para fulminar a los culpables. Pero esta vez el fuego de Dios consume el animal sobre el altar. Dios ha aceptado el sacrificio. Reina una alegría que no tiene comparación. No es extraño que el pueblo aclama y se postra rostro en suelo. 

    Y para mí es la primera vez (2021) que veo esto en el libro de Levítico, cuya lectura evité cuando era niño, por encontrarlo aburrido. Algo finalmente se me encajó.

    Vemos en estos capítulos que, cumplidos los requisitos, Dios perdona, borra la culpa, y nos sonríe con los brazos abiertos. En el caso de otras personas, a las que hemos ofendido, ellas a lo mejor no tienen la misma disposición, ni la misma comprensión, de lo que es perdonar totalmente. Cuando nos hemos acercado a alguien que nos guarda rencor, y no corresponden a nuestra confesión, entonces no es el momento para borrarles de nuestro mapa, sino de tener paciencia - como Dios ha tenido con nosotros, en convencernos de que está deseando una reconciliación.

    Pensamiento para hoy: nunca subestimes la disposición de Dios para perdonar y renovar su relación contigo.


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