viernes, 14 de agosto de 2020

Cursillo de Jeremías, Día 22

 Jeremías 51-52 (Versión La Palabra)

La destrucción de Jerusalén es el evento principal en el libro de Jeremías. Con ella se inicia "los tiempos de los gentiles" (Lucas 21:24). El profeta Daniel nombra a Nabucodonosor como "la cabeza de oro" que inicia esta época. A Babilonia le seguirá Medo-Persia, y luego Grecia y Roma (varios capítulos en Daniel). Todo éstos llegarán a su cumbre y caerán. 

A través de todos estos siglos el Señor que maneja estos imperios tiene en mente un pequeño país, Israel, como el centro de su planificación. Babilonia es la copa de oro, manejada por la mano del Señor (Jeremías 51:7), pero Israel es la maza (51:20) que está detrás de toda esta movida. Israel es como la estrella polar, que queda fija mientras las demás estrellas giran a su alrededor.

51:58 - ha sido inútil el esfuerzo de los pueblos. Su intención, eliminar a Israel, la intención de Dios, utilizar a Israel.

Estamos viendo ya el siguiente protagonista después de Babilonia (51:11). Los medos son el instrumento para dejar a Babilonia en el polvo de la historia, ruina perpetua, (51:41-43). Esto es una guerra santa (51:28).

¿Qué futuro pinta Jeremías para el pueblo de Israel? Miremos algunos capítulos anteriores:

Jeremías 3:13-18 - Reconocerán su iniquidad y Dios les dará pastores fieles.

Jeremías 23:5-8 - Habla del renuevo justo, el Mesías, profecía identificada en Lucas 1:32-33.

Jeremías 31:31 - Habla del nuevo pacto, que establece Jesús con sus discípulos en la última cena.

Hay una tendencia a pensar que los grandes potencias perdurarán, que no pueden caer. Pero en medio de la máxima grandeza de Babilonia Jeremías ya anuncia su caída. Caerá la Grecia de Alejandro, el imperio romano, la potencia británica y la americana. todos estos imperios son más grandes que Israel. Todos desaparecerán.

El capítulo 52 coincide con capítulos en Reyes y Crónicas y nos sirve de repaso y para introducir unos nuevos datos. El final del pobre Sedequías nos hace pensar en la inutilidad de oponerse a los planes de Dios.


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