No olvidemos que Juan pretende que tengamos la misma relación con Dios que él y los demás apóstoles tienen, como nosotros tenemos comunión con Dios el Padre y con su Hijo Jesucristo (1 Juan 1:3). Podemos estar tan cerca de Dios como él. Los apóstoles tienen una función única pero no tienen más acceso al Padre Celestial que nosotros. Como vimos en Hebreos 4:16, Acerquémonos, pues, con confianza al trono de nuestro Dios lleno de amor.
Cada uno tendrá sus propias experiencias, como Santa Teresa de Ávila (autora de "Las Moradas"). Las experiencias son individuales pero esta relación con nuestro Papá es para cada uno de nosotros. Podemos tener la misma paz y gozo. ¡Y fruto! Lo que dice Juan hacia el final de este capítulo sobre la permanencia, es decir, mantenernos unidos a Jesús. Es importante saber que lo que recibimos cuando nos convertimos a Cristo (v 24) no necesita sustituirse por otra cosa; permaneceremos unidos a Dios para siempre.
Al principio como bebés, pero con alimento como esto que nos está dando Juan, vamos madurando. Es como algunas aplicaciones en nuestro teléfono móvil: se instala una vez, y se sigue usando siempre. A veces se actualiza pero la función es la misma. Con lo que tenemos aquí en este capítulo puedes actualizar tu relación con Dios.
Hay 2 cosas que Juan quiere aclarar (vss 1 y 2). Primero, que esta nueva vida que tenemos en Jesús no nos inducirá a ningún pecado. Al contrario, esta relación con Dios nos impulsará siempre a vivir sin ofender a Dios. Segundo, por si alguien piensa que ese pecado que cometió, ese fallo que te tomó por sorpresa, si piensas que eso te va a dejar tumbado, hay un mensaje importante. Jesús, nuestro abogado llevará tu caso al Padre mismo y dirá, "Yo pagué por este hijo tuyo. Sus fallos ya no cuentan." Y no olvidemos tampoco la condición para recibir ese perdón: los pecados, hay que confesarlos a Dios.
Hace años aprendí de memoria el versículo 28. Si lo llevas en tu mente también, te dará una fuerza y una confianza en que su regreso a la tierra será para ti un momento de suma alegría.
2:1-
Hijitos míos, os escribo estas cosas para que no cometáis pecado. Aunque
si alguno comete pecado, tenemos ante el Padre un abogado, que es
Jesucristo el Justo. 2- Jesucristo se ofreció en sacrificio para que nuestros
pecados sean perdonados; y no solo los nuestros sino los de todo el
mundo.
2. El mandamiento del amor
3-
Si obedecemos los mandamientos de Dios, podemos estar seguros de que hemos
llegado a conocerle. 4- Pero quien dice: “Yo le conozco” y no
obedece sus mandamientos, es un mentiroso y no hay verdad en él. 5- En cambio,
en el que guarda su palabra se ha perfeccionado verdaderamente el amor de Dios;
de ese modo sabemos que estamos unidos a él. 6- El que dice que está
unido a Dios, debe vivir como vivió Jesucristo.
El nuevo
mandamiento
7-
Queridos hermanos, este mandamiento que os escribo no es nuevo: es el mismo que
habéis recibido desde el principio. Este mandamiento antiguo es el mensaje que
ya oísteis. 8- Sin embargo, esto que os escribo es un mandamiento
nuevo, que es verdad tanto en Cristo como en vosotros, porque la
oscuridad va pasando y ya brilla la luz verdadera.
9-
Quien dice que está en la luz, pero odia a su hermano, todavía está en la
oscuridad. 10- El que ama a su hermano vive en la luz y no hay nada que le haga
caer en pecado. 11- Pero el que odia a su hermano vive y anda en la
oscuridad, y no sabe a dónde va porque la oscuridad lo ha dejado ciego.
3. La fe verdadera
12-
Hijitos, os escribo porque Dios os ha perdonado vuestros pecados haciendo honor
a su nombre. 13- Padres, os escribo porque habéis conocido al que ya
existía desde el principio. Jóvenes, os escribo porque habéis
vencido al maligno. 14- Os he escrito a vosotros, hijitos, porque
habéis conocido al Padre. Os he escrito a vosotros, padres, porque habéis
conocido al que ya existía desde el principio. Os he escrito también a
vosotros, jóvenes, porque sois fuertes y habéis aceptado la palabra de Dios en
vuestro corazón, y porque habéis vencido al maligno.
15-
No améis al mundo ni lo que hay en el mundo. Quien ama al mundo no
ama al Padre, 16- porque nada de lo que el mundo ofrece viene del
Padre, sino del mundo mismo. Y esto es lo que el mundo ofrece: los malos deseos
de la naturaleza humana, el deseo de poseer lo que agrada a los ojos y el
orgullo de las riquezas. 17- Pero el mundo se va acabando, con todos
sus malos deseos; en cambio, el que hace la voluntad de Dios vive para siempre.
La verdad y la
mentira
18-
Hijitos, esta es la hora última. Vosotros habéis oído que viene el
Anticristo; pues bien, ahora han aparecido muchos anticristos. Por
eso sabemos que es la hora última. 19- Han salido de entre nosotros, aunque en
realidad no eran de los nuestros, porque si lo hubieran sido se habrían quedado
con nosotros. Pero ha sucedido así para que se vea claramente que no todos son
de los nuestros.
20-
Cristo, el Santo, os ha consagrado con el Espíritu, y todos tenéis
conocimiento. 21- Os escribo, pues, no porque ignoréis la verdad,
sino porque la conocéis y sabéis que ninguna mentira puede proceder de la
verdad. 22- ¿Quién es el mentiroso? Precisamente el que dice que Jesús no es el
Mesías. Ese es el Anticristo, pues niega tanto al Padre como al Hijo. 23-
Nadie que niega al Hijo tiene al Padre; pero el que se declara a favor del
Hijo, tiene también al Padre.
24-
Por eso, guardad en vuestro corazón el mensaje que oísteis desde el principio;
y si lo que oísteis desde el principio queda en vuestro corazón, también vosotros
permaneceréis unidos con el Hijo y con el Padre. 25- Esto es precisamente lo
que Jesucristo nos ha prometido: la vida eterna.
26-
Os estoy escribiendo acerca de quienes tratan de engañaros. 27- Pero vosotros
tenéis el Espíritu Santo con el que Jesucristo os ha consagrado, y
no necesitáis que nadie os enseñe porque el Espíritu que él os ha
dado os enseña todas las cosas, y sus enseñanzas son verdad y no
mentira. Permaneced unidos a Cristo, conforme a lo que el Espíritu os ha
enseñado. 28- Ahora pues, hijitos, permaneced unidos a Cristo, para que
tengamos confianza cuando él aparezca y no sintamos vergüenza delante de él
cuando venga.
SEGUNDO DESARROLLO TEMÁTICO
1. Liberación del pecado
29-
Puesto que sabéis que Jesucristo es justo, sabed también que todo aquel que
hace lo que es justo es hijo de Dios.
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