Cuando Pablo escribe esta carta a los filipenses desde la cárcel en Roma, ya ha terminado todos los viajes que leemos en el libro de los Hechos, una carrera completa. Pero ¿qué está diciendo? Filipenses 3:13-14 Hermanos, no creo haberlo alcanzado aún; lo que sí hago es olvidarme de lo que queda atrás y esforzarme por alcanzar lo que está delante, para llegar a la meta y ganar el premio que Dios nos llama a recibir por medio de Cristo Jesús. ¡Su punto de comienzo es hoy. Quiere seguir progresando, y que nosotros lo hagamos con él. Pablo no se estanca. Recuerda que todavía quiere ir a España (Romanos 15).
Nuestro progreso
En valores (v 7). Cambiamos de valores; ya no hacemos las cosas para impresionar a los demás.
En comprensión (vss 9, 13, 18). Entendemos que no ganamos nada por mérito propio, sino que es por la fe en Cristo. Reconocemos que nos queda mucho terreno por alcanzar. Reconocemos también que hay muchas personas falsas de las que hay que cuidar.
En propósito (10, 14). Cuanto más afinamos, más vemos que la meta es sencillamente conocer a Jesús y ser como él, incluso en sus sufrimientos. Y lo mismo que hemos recibido la salvación, recibiremos el premio.
En nuestros modelos (17). Buscamos los mejores ejemplos, como Pablo mismo, y también las personas que están a nuestro lado, sirviendo al Señor con humildad. A la vez iremos siendo modelos para los que nos siguen, en una cadena continua.
En nuestra capacidad de sentimientos. El v 18 indica un cristiano que no toma las cosas a la ligera. Vemos a Pablo mezclando la tinta con sus lágrimas al ver los peligros con los que se enfrentan sus hijos espirituales. Y volviendo al primer versículo, el sentimiento contrario, ¡Alegraos! ¡Regocijaos! Esto indica que tenemos capacidad de visión, porque encima de todo hemos discernido el triunfo final de Jesús.
En nuestras lealtades (20). Como ciudadanos en el mundo tenemos ciertos deberes, pero como ciudadanos del cielo ponemos allí nuestra esperanza y nuestro empeño y la inversión de nuestros recursos.
3. Advertencias y enseñanzas
Sobre la circuncisión y la ley
3:1- Ahora,
hermanos míos, alegraos en el Señor. Para mí no es ninguna molestia repetiros
lo ya escrito, y para vosotros es útil. 2- Guardaos de esa gente despreciable,
de esos que hacen el mal, de esos que mutilan el cuerpo. 3- Porque los
verdaderos circuncidados somos nosotros, los que adoramos a Dios movidos por su
Espíritu, los que nos gloriamos de ser de Cristo Jesús y no ponemos nuestra
confianza en cosas externas.
4- Aunque
también yo tengo razones para confiar en esas cosas. Nadie tendría más razones
que yo para confiar en ellas, 5- pues me circuncidaron a los ocho días de
nacer, soy de raza israelita, pertenezco a la tribu de Benjamín y soy hebreo e
hijo de hebreos. En cuanto a la interpretación de la ley judía, pertenecí al
partido fariseo, 6- y era tan fanático que perseguía a la iglesia; y en cuanto
al cumplimiento de la ley, nadie tuvo nada que reprocharme. 7- Pero todo esto,
que antes era muy valioso para mí, ahora, a causa de Cristo, lo tengo por algo
sin valor.
8- Aún
más, a nada concedo valor cuando lo comparo con el bien supremo de conocer a
Cristo Jesús, mi Señor. Por causa de Cristo lo he perdido todo, y todo lo
considero basura a cambio de ganarlo a él 9- y encontrarme unido a él; no por
una justicia propia basada en la obediencia a la ley, sino por la fe en Cristo,
por la cual Dios me hace justo. 10- Lo que quiero es conocer a Cristo, sentir
en mí el poder de su resurrección, tomar parte en sus sufrimientos y llegar a
ser como él en su muerte, 11- con la esperanza de alcanzar la resurrección de
los muertos.
De camino hacia la meta
12- No
quiero decir que ya lo haya conseguido todo ni que ya sea perfecto; pero sigo
adelante con la esperanza de alcanzarlo, puesto que Cristo Jesús me alcanzó
primero. 13- Hermanos, no creo haberlo alcanzado aún; lo que sí hago es
olvidarme de lo que queda atrás y esforzarme por alcanzar lo que está delante, 14-
para llegar a la meta y ganar el premio que Dios nos llama a recibir por medio
de Cristo Jesús. 15- Todos los que poseemos una fe madura debemos pensar de
esta manera. Y si en algo pensáis de otro modo, Dios os lo hará ver también. 16-
Pero, eso sí, debemos vivir de acuerdo con lo que ya hemos alcanzado.
Ciudadanos del cielo
17- Hermanos,
seguid mi ejemplo y fijaos también en quienes viven según el ejemplo que os
hemos dado. 18- Ya os he dicho muchas veces, y ahora lo repito con lágrimas,
que muchos están viviendo como enemigos de la cruz de Cristo 19- y acabarán por
ser destruidos. Su dios son sus propios apetitos, y se sienten orgullosos de
aquello que debería darles vergüenza. Solo piensan en las cosas de este mundo.
20- En
cambio, nosotros somos ciudadanos del cielo y estamos esperando que del cielo
venga el Salvador, el Señor Jesucristo, 21- que cambiará nuestro cuerpo
miserable en un cuerpo glorioso como el suyo. Y lo hará por medio del poder que
tiene para dominar todas las cosas.
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