viernes, 3 de abril de 2020

De un extremo a otro (2 Corintios 2)

El caso del comportamiento escandaloso de un creyente requería acción firme por parte de la iglesia (1 Corintios 5). Ahora Pablo se entera de que se han pasado. Ese hombre ha respondido a la disciplina y se ha arrepentido y enderezado su vida. Pero la congregación (vs 6-7) lo mantiene apartado y puede que se hunda si no le expresan su pleno perdón. Al fin y al cabo eso es el propósito de la disciplina. Una de las mañas de Satanás (v 11) es llevarnos de un extremo a otro, en este caso de ser muy tolerante con el pecado a ser muy rígido y no perdonar.

Este capítulo tiene detalles difíciles de explicar. Algunos entienden, por los vss 3 y 4 y 9, que Pablo les habrá escrito otra carta (ya desaparecida) después de 1 Corintios y antes de esta 2ª. De todas formas la enseñanza aquí es válida para nosotros:
1) en casos de comportamiento escandaloso por parte de un creyente, la iglesia entera (Mateo 18:17) tiene la responsabilidad de influir en esa persona para que se arrepienta sinceramente.
2) La duración de la disciplina que le imponen es hasta que se arrepiente, y entonces se le ofrece total perdón y bienvenida a la comunión de los hermanos.

Triumphzug, Lorbeerkranz - Quagga IllustrationsPablo da un buen resumen de sus varias experiencias de poner en orden situaciones donde las iglesias se ha extraviado.   Dios que siempre nos lleva en el desfile victorioso de Cristo  (v 14). Según el comentarista bíblico Ryrie, "el cual nos lleva siempre en triunfo en CristoLa imagen es la de un conquistador romano conduciendo en triunfo a sus cautivos. Pablo se consideraba a sí mismo con gozo como uno de los cautivos de Cristo llevados en triunfo para la gloria de Cristo."



2:1- Decidí, pues, no haceros otra visita que os causara tristeza. 2- Porque si yo os entristezco, ¿quién me hará sentir alegre, de no ser vosotros, a quienes he entristecido? 3- Por eso os escribí como lo hice, porque no quería ir para que me entristecierais vosotros, que más bien deberíais alegrarme. Estaba seguro de que todos haríais vuestra mi alegría; 4- pero cuando os escribí esa carta me sentía tan preocupado y afligido que hasta lloraba. Sin embargo, no la escribí para causaros tristeza, sino para haceros ver cuán grande es el amor que os profeso.

Perdón para el ofensor de Pablo

5- El que ha causado tristeza, no solo me la ha causado a mí, sino hasta cierto punto también a vosotros. Y digo “hasta cierto punto” por no exagerar. 6- El castigo que la mayoría de vosotros ha impuesto a esa persona es ya suficiente. 7- Lo que ahora debéis hacer es perdonarle y ayudarle, no sea que tanta tristeza le lleve a la desesperación. 8- Por eso os ruego que nuevamente le demostréis el amor que le profesáis. 9- Ya antes os escribí sobre este asunto, precisamente para probaros y saber si estáis dispuestos a seguir mis instrucciones. 10- Así que, a quien vosotros perdonéis algo, también yo se lo perdono. Y se lo perdono, si algo hay que perdonar, por consideración a vosotros y en presencia de Cristo. 11- Así Satanás no se aprovechará de nosotros, pues conocemos muy bien sus mañas.

Intranquilidad de Pablo en Tróade

12- Cuando llegué a la ciudad de Tróade para anunciar el evangelio de Cristo, se me presentó una gran oportunidad de trabajar por el Señor. 13- Pero mi ánimo no estaba tranquilo, porque no encontré a nuestro hermano Tito. Por eso me despedí de ellos y me fui a Macedonia.

Acción de gracias

14- Gracias a Dios que siempre nos lleva en el desfile victorioso de Cristo, y que por medio de nosotros da a conocer su mensaje, esparciéndolo por todas partes como un aroma agradable. 15- Porque nosotros somos como el olor del incienso que Cristo ofrece a Dios y que se esparce tanto entre los que se salvan como entre los que se pierden. 16- Para los que se pierden, este incienso resulta un aroma mortal; pero para los que se salvan es una fragancia que les da vida. ¿Y quién está capacitado para esto? 17- Nosotros no andamos negociando con el mensaje de Dios, como hacen muchos. Al contrario, hablamos con sinceridad delante de Dios, como enviados suyos que somos y por nuestra unión con Cristo.

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