En este capítulo donde Pablo trata temas de cierta polémica.
En primer lugar quisiera que simplemente tomemos nota de lo que dice en un par de temas, primero, lo de llevar cubierta la cabeza en el culto.
Admiro y respeto a los grupos donde las mujeres siempre llevan tapada la cabeza en el culto porque toman en serio la enseñanza que encontramos aquí.
No entiendo bien lo que pone en el v 10 sobre los ángeles. Un comentarista (Gill) dice que los ángeles presentes en la adoración (cf. 1 Corintios 4: 9; Salmo 138: 1) se sorprenderían de la conducta de las mujeres ya que los ángeles mismos ocultan sus rostros ante el Señor (Isa 6: 2).
De todas formas veo una progresión el el trato que él da a este tema aquí: comienza hablando de la importancia de que la mujer se cubra cuando ora, y termina diciendo que el pelo largo le ha sido dado para cumplir con esa función (v 15). Me conformo.
También Pablo cubre un amplio terreno cuando habla de la diferencia entre hombre y mujer. Primero nos recuerda que el hombre fue creado primero, lo cual hace también en 1 Timoteo 2:13. Y termina reconociendo que el hombre nace de la mujer y que todo tiene su origen en Dios. Y como dice en Gálatas 3:28 Ya no tiene importancia el ser judío o griego, esclavo o libre, hombre o mujer; porque unidos a Cristo Jesús, todos sois uno solo.
Espero que todos entendamos que nuestro rango en el mundo no es para que luchemos por cambiar de estado (1 Corintios 7:24). Si fuera así todos aspiraríamos a ser el jefe de nuestra empresa. Dios nos valora por nuestra fidelidad, no por los logros humanos que alcancemos.
Cuando celebramos la mesa del Señor (v 23) somos hijos del rey. ¿Qué más queremos?
V. LA VIDA DE LA IGLESIA
1. Las mujeres en el culto
2- Os felicito porque
siempre os acordáis de mí, y porque mantenéis las tradiciones que os he
transmitido. 3- Pero quiero que sepáis que Cristo es cabeza de todo hombre, y
que el esposo es cabeza de su esposa, como Dios es cabeza de Cristo.
4- Todo hombre que se
cubre la cabeza cuando ora o cuando comunica mensajes proféticos deshonra a
aquel que es su cabeza. 5- En cambio, si una mujer no se cubre la cabeza cuando
ora o cuando comunica mensajes proféticos deshonra a aquel que es su cabeza. Es
igual que si se la hubiera rapado. 6- Por lo tanto, si una mujer no se cubre la
cabeza, más vale que se la rape de una vez; y si la mujer considera vergonzoso
cortarse el cabello o raparse la cabeza, entonces que se la cubra. 7- El hombre
no debe cubrirse la cabeza porque es imagen de Dios y refleja la gloria de
Dios. Pero la mujer refleja la gloria del hombre, 8- pues el hombre no fue
sacado de la mujer, sino la mujer del hombre. 9- Y el hombre no fue creado por
causa de la mujer, sino la mujer por causa del hombre. 10- Precisamente por
esto, y por causa de los ángeles, la mujer debe llevar sobre la cabeza una
señal de autoridad.
11- Sin embargo, en la
vida cristiana, ni el hombre existe sin la mujer ni la mujer sin el hombre. 12-
Pues aunque es cierto que la mujer fue formada del hombre, también lo es que el
hombre nace de la mujer; y todo tiene su origen en Dios. 13- Juzgad vosotros
mismos si está bien que la mujer ore a Dios sin cubrirse la cabeza. 14- La
misma naturaleza nos enseña que es una vergüenza para el hombre dejarse crecer
el cabello; 15- en cambio, para la mujer es una honra dejárselo crecer, porque
a ella se le ha dado el cabello largo para que le cubra la cabeza. 16- En todo
caso, si alguno quiere discutir este asunto, sepa que ni nosotros ni las
iglesias de Dios conocemos otra costumbre.
2. Celebración de la Cena del Señor
Abusos
20- El resultado de esas
divisiones es que la cena que tomáis en vuestras reuniones no es ya realmente
la Cena del Señor. 21- Porque a la hora de comer, cada uno se adelanta a tomar
su propia cena; y mientras unos se quedan con hambre, otros hasta se
emborrachan. 22- ¿No tenéis casas donde comer y beber? ¡Por qué menospreciáis
la iglesia de Dios y avergonzáis a los que no tienen nada? ¿Qué voy a deciros?
¿Podré acaso felicitaros? ¡En esto no os felicito!
La Cena del Señor
23- Porque yo recibí del Señor esta enseñanza que os he transmitido: que el Señor Jesús, la noche en que fue traicionado, tomó pan en sus manos, 24- y después de dar gracias a Dios lo partió y dijo: “Esto es mi cuerpo, entregado a muerte en favor vuestro. Haced esto en memoria de mí.”
La Cena del Señor
23- Porque yo recibí del Señor esta enseñanza que os he transmitido: que el Señor Jesús, la noche en que fue traicionado, tomó pan en sus manos, 24- y después de dar gracias a Dios lo partió y dijo: “Esto es mi cuerpo, entregado a muerte en favor vuestro. Haced esto en memoria de mí.”
25- Así también, después
de la cena tomó en sus manos la copa y dijo: “Esta copa es el nuevo pacto
confirmado con mi sangre. Cada vez que bebáis, hacedlo en memoria de mí.” 26- De
manera que, hasta que venga el Señor, proclamáis su muerte cada vez que coméis
de este pan y bebéis de esta copa.
Del participar dignamente de la Cena del Señor
27- Así pues, cualquiera que come del pan o bebe de la copa del Señor de manera indigna, comete un pecado contra el cuerpo y la sangre del Señor. 28- Por tanto, examine cada uno su propia conciencia antes de comer del pan y beber de la copa. 29- Porque el que come y bebe sin considerar que se trata del cuerpo del Señor, para su propio castigo come y bebe. 30- Por eso, muchos entre vosotros están enfermos y débiles, e incluso algunos han muerto. 31- Si nos examináramos bien a nosotros mismos, el Señor no tendría que castigarnos, 32- aunque si el Señor nos castiga es para que aprendamos y no seamos condenados con los que son del mundo.
Del participar dignamente de la Cena del Señor
27- Así pues, cualquiera que come del pan o bebe de la copa del Señor de manera indigna, comete un pecado contra el cuerpo y la sangre del Señor. 28- Por tanto, examine cada uno su propia conciencia antes de comer del pan y beber de la copa. 29- Porque el que come y bebe sin considerar que se trata del cuerpo del Señor, para su propio castigo come y bebe. 30- Por eso, muchos entre vosotros están enfermos y débiles, e incluso algunos han muerto. 31- Si nos examináramos bien a nosotros mismos, el Señor no tendría que castigarnos, 32- aunque si el Señor nos castiga es para que aprendamos y no seamos condenados con los que son del mundo.
33- Así que, hermanos
míos, cuando os reunáis para comer esperaos unos a otros. 34- Si alguno tiene
hambre, que coma en su propia casa, para que Dios no tenga que castigaros por
esa clase de reuniones. Los otros asuntos los arreglaré yo cuando vaya a veros.
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