Aperitivo 1
Juan 5:1-5
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Juan 5
Al finalizar esta epístola podríamos tocar muchos temas pero
vamos a seguir el hilo de lo que venimos observando. El v 2 nos presenta otra
verdad que difícilmente cabe en nuestra mente. Vimos en el 3:14 que podemos
saber que hemos pasado de muerte a vida porque amamos a los hermanos. Luego, en
el 3:17 aprendimos que no amamos a Dios si no compartimos con los hermanos
porque la forma de amar a Dios es amando a los hermanos. Ahora se nos da a
entender que la forma de saber si amamos a los hijos de Dios es cuando amamos a
Dios. ¿En qué quedamos? Sigo pensando que la solución no está en hacer
acrobacias mentales. Aceptemos que el amor hacia Dios se demuestra amando a los
hermanos. Aceptemos que el amor hacia los hermanos se demuestra obedeciendo los
mandamientos de Dios. El Dios que es mayor que nuestro corazón (3:20) es
también mayor que nuestro intelecto. Amemos y obedezcamos. Venzamos al mundo.
Lo que vence es nuestra fe (5:4), no nuestra inteligencia. Conformémonos con el
entendimiento que nos da (v 20) para conocer al que es verdadero.
En su preocupación por la victoria sobre el pecado nos da
Juan una lección práctica. Si un cristiano ve a otro cristiano pecar, lo que
hace es orar por su hermano (v 16). Cuando Dios escucha esa oración (basándonos
en esa hermosa expresión de confianza del v 15), da vida al cristiano que había
caído en pecado. Es decir, que somos protegidos de los malos efectos de
nuestras malas decisiones mediante la oración de los que nos aman. ¿Has visto
algún pecado en tu cónyuge? Ya sabes lo que puedes hacer. Hay que reconocer
también que algunos se han opuesto a Dios de tal forma que se han hecho
enemigos permanentes de Dios.
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