Aperitivo 2
Pedro 3:8-12
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Pedro 3
Pedro el pescador tendría un aprecio especial por la
magnitud de los desastres ecológicos producidos por los derrames de petróleo en
nuestras costas. Nadie como las personas que viven del mar sentirían así el
gran valor de las aguas. Ahora Dios pone en boca de Pedro las palabras, “La
tierra, que proviene del agua y por el agua subsiste” (v 5). Un ejemplo de esto es la investigación reciente que indica que dos tercios de nuestro oxígeno es producido por organismos acuáticos.
No es justo que haya que fregar cada piedra de la playa por
un accidente causado por la codicia humana, y que con todo eso no se pueda
restaurar las cosas como antes. Pero sabemos que la única justicia total vendrá
cuando la injusticia sea extirpada. Esperamos cielos nuevo y tierra nueva en
los cuales mora la justicia (v 13). El protagonista final no será el agua, sino
el fuego. Cuando el mundo pasó por el diluvio, pudo brotar nueva vida de la
misma tierra. Pero esta vez todo lo material ha de purificarse.
Ha pasado tanto tiempo, que podríamos dudar del cumplimiento
de las palabras de Jesús. Pero Pedro nos da una clave que conviene que
asimilemos lo mejor posible, y sobre todo que creamos. Nos permite ver las cosas
desde el punto de vista de Dios. Él no está limitado por el tiempo como
nosotros. Para Él un día es como mil años. Cuando decida actuar, puede
comprimir el progreso de 1000 años en un día. Pero luego, mil años son como un
día. Mientras la tierra da mil vueltas al sol, para Dios es como una vuelta que
da la tierra sobre su eje. Es el Dios de la paciencia.
Su paciencia tiene un solo objeto, el mismo objeto por el
que estuvo dispuesto a sacrificar a su Hijo. No quiere que nadie perezca,
sino que todos procedan al arrepentimiento (v 9). Su paciencia es para
salvación (v 15). Cuando decimos “Hágase tu voluntad en la tierra, estamos
pidiendo la salvación de los que no le conocen.
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