martes, 5 de abril de 2011

La ternura de Pablo

Aperitivo                    1 Tesalonicenses 2:17-3:3
Menú completo          1 Tesalonicenses 2:8-3:3

    Si comparo mi vida con la de Pablo, veo un enorme terreno que me queda por ocupar todavía. Hemos leído, sabéis cómo nos portamos entre vosotros por amor de vosotros (1:5). Luego, nos portamos con ternura entre vosotros (2:7), como cuida una madre con amor a sus propios hijos. Ahora dice que su afecto por ellos es tan grande (2:8) que no le importaría dar su vida por ellos. Los que tildan a Pablo de exagerado ven aquí más bien formas literarias. Pero no puedes leer esto sin darte cuenta del gran corazón de este hombre hacia las personas que reciben su mensaje.
    Nos da un ejemplo concreto. Cuando tuvo que salir corriendo de Tesalónica porque los judíos habían contratado una especie de “kale borroka” para eliminarle (Hechos 17:5), sabía que dejaba atrás unos bebés que fácilmente podrían perder su fe por la fuerte oposición. La reacción de Pablo, que él repite dos veces (3:1 y 5), era, No pude soportarlo más. En un sentido esto es una reacción humana. Pablo no aguanta la falta de noticias de sus bebés. Todos los demás planes tienen que quedar sin realizar, hasta que se haga algo por los tesalonicenses. Pablo se está imaginando lo peor. Le cuesta creer que estos creyentes tan tiernos sean capaces de aguantar la fuerte ola de persecución. Además, ellos han visto el trato que ha sufrido Pablo mismo, y pensarán que han subido a un barco que se va a hundir. La solución, despachar al fiel Timoteo para fortalecer a la iglesia y traer noticias.
    Yo crecí en un ambiente donde a veces había más exigencias que afecto. Al darme cuenta de ese déficit en mi propia vida, mi solución es pedir a Dios que me aumente los sentimientos humanos mediante la ayuda de otros hermanos que él pone a mi lado, y que yo aprenda algo de la ternura de Pablo hacia los demás.
¿Podemos desarrollar más ternura?

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