domingo, 3 de abril de 2011

Amos, esclavos y presos

Aperitivo                          Colosenses 4:1-6
Menú completo                Colosenses 4

    Cuando Pablo exhorta a la perseverancia en la oración (v 2), y pide que se ore por él, está hablando con amos y esclavos. Sospecho que las oraciones de los esclavos tienen el mismo alcance que las de los amos. Tal vez más, porque el amo tiene que centrar su pensamiento en muchas cosas, mientras el esclavo a lo mejor está realizando labores rutinarias y puede dedicarse mientras a la oración.
    Aunque en la carta escrita a Filemón, que probablemente se redactó juntamente con esta epístola, hay unos primeros pasos en aplicar la hermandad cristiana a esclavos y amos, sin embargo, Pablo enfoca otra verdad mayor. Los amos tienen un Amo (v 1), aunque los esclavos no tienen esclavos. Lo principal para Pablo es que cada uno se relaciona directamente con Dios. Las posiciones que cada uno cumple en la sociedad son el ambiente que Dios utiliza para llevar a cabo su voluntad.
    No le veo a Pablo ni quejarse de su condición de preso, ni tampoco expresar el deseo de ser librado. Su petición es, lo mismo que en Efesios 6, que él sepa aprovechar las ocasiones que se le presentan dentro de la cárcel.
    Lo que queda totalmente fuera de lugar es la actitud de, si yo fuera... Dios quiere que te libres de toda frustración con la situación en que te encuentras. Delante de Dios el amo no tiene ninguna ventaja sobre el esclavo. Si hay alguna clase con ventaja, serán los pobres. Bienaventurados vosotros los pobres, porque vuestro es el reino de Dios (Lucas 6:20). Como hemos observado en Filipenses, es muy fácil olvidar que Dios está en control. Cuando olvidamos, se nos produce la frustración, que lleva a la queja, lo cual nos quita el gozo, y perdemos la capacidad de servirle a Dios donde estamos.
¿Dónde caigo con más frecuencia en desear otra condición?

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