Menú completo 1 Tesalonicenses 1:1-2:7
Sabemos que Pablo realizó 3 giras, ampliando cada vez más el territorio donde iba estableciendo el evangelio. En su segundo viaje ya empezó a escribir, con el fin de seguir perfeccionando a las iglesias en ausencia. Las dos cartas que escribió durante ese viaje van dirigidas a la iglesia que se formó en Tesalónica. Sólo pudo quedar allí 3 semanas, debido a la oposición por parte de algunos judíos que habían rechazado el evangelio.
En las dos cartas a los tesalonicenses hay enseñanza clave respecto a la segunda venida de Cristo (hacia el final de la primera epístola y a principios de la segunda). Así que, vamos a leer las dos de forma continua, sin dividir por epístolas, ni por capítulos.
Esas 3 semanas bastaban para cambiar totalmente este grupo de personas. En primer lugar recibieron al apóstol (1:9). Después tomaron una decisión revolucionaria. Los ídolos, en los que se centraba su vida, fueron abandonados. Es como cuando alguien hoy día que vive por el placer o por el poder económico experimenta un cambio interior y exterior, de forma que esas cosas ya dejan de guiar su vida. Creo que para que eso suceda muchas personas necesitan todavía un encuentro con un auténtico cristiano, cuya vida emana gozo y donde se ve el amor de Dios como vieron los tesalonicenses en Pablo y sus compañeros. El que a vosotros recibe, a mí me recibe; y el que me recibe a mí, recibe al que me envió (Mateo 10:40).
La conversión de este grupo de personas resulta en dos cosas: 1) Servir al Dios vivo y verdadero. 2) Esperar de los cielos a su hijo. ¿No te da la sensación de que nuestra iglesia ha perdido algo de esa sencillez?
¿Necesitamos recuperar las dos cualidades de esa iglesia?
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