Aperitivo 2 Corintios 10:1-5
Menú completo 2 Corintios 10
Parece que hay dos Pablos, y no es que sea esquizofrénico. Cuando él llegó por primera vez a Corinto tomó la decisión de portarse de cierta manera. En 1 Corintios 2:1 dice que quiso presentarse de forma humilde. Sabemos que debido a eso algunos le menospreciaron. La gente allí le conocieron como un trabajador que hablaba de forma sencilla. Dios usó ese testimonio, y se levantó una iglesia grande. El otro Pablo es el de la pluma. Se fue de allí, y empezó a escribir cartas. Algunos decían que sus cartas son un gran contraste (10:10). Detrás del parapeto de su escritorio se envalentona y empieza a exigir. Parece que piensan que el hombre no se atreverá a hablar así cuando esté presente.
Entonces Pablo en su carta se expresa de manera humilde. Os ruego (10:1,2). ¿Qué es lo que está pidiendo de esa forma tan servil? Y ¿por qué no manda en vez de rogar? ¿Dónde está su autoridad de apóstol? Está diciendo, “No me obliguéis a usar esa autoridad”.
Pienso que para Dios la obediencia por amor vale más que la obediencia por miedo. Los que siguieron a Jesús, aunque vieron su poder mediante los milagros, vieron también a un hombre manso y humilde. Escucharon palabras de vida eterna y por eso le siguieron. Eso es lo que desea Pablo, y en ningún momento pretende ejercer el control.
Pienso en los misioneros que fueron a la India y a China. En algunos casos esgrimían su nacionalidad europea o americana para abrir puertas. En otros se identificaban totalmente con el pueblo donde se encontraban. Algunos usaban su superioridad económica, o establecían estructuras jerárquicas con el fin de controlar a los creyentes. Otros tomaron el riesgo de dejar la iglesia en manos de Dios.
Hemos de aprender a gloriarnos solamente en el Señor, no en el poder sobre los demás (10:17)
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