Menú completo Romanos 1
Pablo tiene algo que los creyentes en Roma no tienen. Dios no da directamente a todos por igual, sino que todos tenemos que compartir. Él tiene un conocimiento que tiene que es para muchas personas. Somos deudores igual que Pablo (Romanos 1:14) porque tenemos capacidades y dones que otros no tienen. Pablo está en Corinto, en la época que leímos en Hechos 18. No está libre para viajar. De modo que tiene que saldar su deuda escribiendo.
Casi todas las cartas que tenemos de la pluma de Pablo van dirigidas a iglesias o personas con las que él tuvo una estrecha relación. Con la de los romanos no es así. En Roma hay creyentes que se han establecido allí por motivos de familia o de trabajo. Han formado una iglesia cristiana. Así que Pablo les escribe empezando desde cero. Tenemos como resultado el documento más completo y sistemático que refleja la enseñanza que Pablo había recibido del Señor para compartir.
Parece que estamos corriendo mucho cuando en un libro tan rico hay que pasar a un nuevo capítulo cada día. Pero recuerda que nuestro plan es la lectura del Nuevo Testamento una vez cada año. Puedes profundizar más. En vez de ver la TV (y quejarte de los programas que ves), puedes deleitarte leyendo despacio cada capítulo y buscando cómo aprovechar las cosas que estás aprendiendo. (Siempre quedará algo que no se entiende. Con el tiempo y la práctica éstas se abrirán también.) Puedes elegir textos como Romanos 1:16 para aprender de memoria y buscar buenos libros que expliquen el texto después de hacer tu propio esfuerzo.
Cada uno tenemos una deuda. Todo lo que Dios da es para compartir. Primero en lo material (Lucas 16:9-11), y después con los tesoros del cielo. Hay que compartir. Por eso Pablo dice, “Ay de mí (1 Cor 9:16) si no anuncio el evangelio.” Si no usamos los dones que Dios nos ha dado, a alguien le va a faltar.
¿Tengo un plan para compartir como tenía Pablo?
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