Menú completo Hechos 19
A veces decimos una cosa y pensamos otra. Una vez pedí un artículo en una tienda donde no me conocían. La señora salió de la trastienda con algo parecido a lo que quería y me dijo que era lo único que había. Lo compré y luego descubrí que era defectuoso. Volví a la tienda donde me parecía que me habían tomado por turista que iba de paso. La señora volvió a entrar en la trastienda y me sacó el artículo exacto que había pedido diciendo, “No lo había visto”.
Nuestro “amigo” Demetrio dice una cosa y piensa otra. Vemos a la multitud diciendo, “Grande es Diana de los Efesios” pero los que han organizado la manifestación ya se han delatado diciendo “de este oficio tenemos nuestra riqueza” (v 25). La religión les sirve como fuente de dinero a los plateros. La gente ni sabe por qué se han reunido (32).
A Pablo, en cambio, le vemos trabajando duramente en un taller para pagar sus propios gastos. No tiene tiempo (v 12) para visitar a todos los enfermos, así que sus mandiles son llevados para que Dios sane a los enfermos sin que Pablo cobre nada. Es posible que siga con Aquila (ver 18:2), que es del mismo oficio y se ha trasladado a Éfeso (18:26).
Cuanto más sencilla nuestra vida menos tenemos que disimular. El reino de los cielos es sencillo. No vendemos nada. A los que nos beneficiamos de los servicios de otro hermano, no se nos cobra, sino que pedimos el privilegio de ayudar al hermano. Nuestro tesoro está en el cielo y no en la tierra (Mateo 19:20).
¿Tengo algo que ocultar?
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